viernes, 13 de marzo de 2009

Una vez que me rendí

A veces, aporreando la guitarra, en medio de mi swing destartalado, me ocurre algo curioso:

Flop.

Se me cae la pua dentro del instrumento. Así, de pronto, desaparece de mis manos que tropiezan con las cuerdas enredadas en un bramidus imterruptus... Y solo cuando cesa el ruido de la canción y la escucho caer en algún lugar de la caja me doy cuenta de lo que está pasando.

Me cago en...

Normalmente acabo la canción sin ella. Ya se sabe. The show must go on.

Luego le doy la vuelta a la guitarra y comienzo a agitar en todas direcciones, según escuche que va hacia un lado o hacia el otro con su tintineo sordo de plástico. Sal de ahí, saaaaaaal. Procuro acercarla al agujero pero no es fácil. A veces cae. Siempre acaba por caer.
Hoy se me ha vuelto a escurrir la pua dentro de la guitarra. Y, harto de escucharla ir de un lado a otro agitando el instrumento como una gran maraca, he decidido ir a buscarla yo mismo, aflojando mucho las cuerdas y metiendo la mano dentro.
Hoy en algún rincón de la madera sin barnizar, no encontré una pua… sino dos. Tendríais que ver mi cara.
De la otra sabe ya dios cuando me olvidé.

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