miércoles, 11 de octubre de 2006

Una pausa para la publicidad.

Biodiesel



Mientras conducía un montón de kilómetros, he pensado mi maneras de escribir este post, mentalmente lo he escrito y releído cada cinco minutos, y nada. La verdad es que este viaje me ha cambiado la opinión sobre los publicistas… es increíble la de formas que hay de decir algo, y la de gentes distintas a las que puede llegar, qué dilema, la virgen, qué infierno… me decía mientras pensaba cómo escribir este puto post y convencer a un montón de vosotros para que hagáis la idiotez (porque aquí el que se compromete, el que da algo gratis, media hora de su tiempo, es el tonto…, gracias señores mayores por la maravillosa Cultura del Pelotazo que nos habéis inculcado), de currároslo un poco más a la hora de buscarse la gasolina.

Y al final he decidido que lo más sencillo es contaros mismamente las razones que yo tengo para buscar y echarle biodiesel al pequeño golfomóbil.

Definición: grosso modo, se trata de diésel fabricado a partir de residuos de aceite doméstico usado, como el del mac donals y los huevos fritos y merluzas rebozadas y demás… así que marujas y marujos de casa, por dios, sepan que ahora somos nosotros la esperanza:

1.-Es ecológico, es bueno para el cielo, la tierra y el mar…. Al menos, además de renovable, no creo que contamine más que los residuos del petróleo que día a día va llenando el cielo del planeta como la cámara de gas en un enorme campo de concentración.


2.- Es mejor para el mundo, más allá de nuestro amor alocado por la naturaleza:
Dada la importancia del petroleo en la lamentable situación geopolítica del mundo, no es ninguna tontería proponer YA maneras de hacerlo menos necesario para las sociedades. Extirpando el cancer que alimenta los motores de la humanidad, nos libramos también de las miserias que la ambición sobre él produce.

...O sea, que no hablamos solo de ecología…

3.-Tus hijos te lo agradecerán. Y los mios también, te lo aseguro.

4.-En suma… si no consumes biodiesel, y puedes (si eres de los afortunados que tienen una gasolinera cerca, dadas las pocas que hay), me pareces sencillamente gilipollas (Y no creas que sois mayoría).

Aquí os dejo la información que he encontrado, la definición del biodiesel, y la lista de gasolineras donde podéis encontrarlo y de puntos de recogida donde poder llevar vuestro aceite usado. Igual esas gasolineras, que son pocas os pillan a media hora de camino, en el pueblo de al lado… pero siendo francos: media, incluso una hora de tu tiempo la pierdes en cosas más tontas cada día, y visto lo visto, ¿qué es media hora al lado de poder pisar el acelerador sin sentirte como un idiota?,

5.-Además es más barato…


*Imagen sin cortesía de Hugo Boss y convenientemente puteadilla para la ocasión, con la ayuda de otras imágenes, todas de internet y cuyo origen he olvidado entre tantos girasoles, tarros de aceite y soldados con pozo de petróleo ardiendo en algún país detruído.

martes, 3 de octubre de 2006

Estampa de verano

So they say you're a troubled boy
Just because you like to destroy
All the things that bring the idiots joy
Well, what's wrong with a little destruction?


Franz Ferdinand, "The Fallen"



         Es entrañable sin duda, encontrar entre la gente un niño chico haciendo castillos de arena. Quizá, hoy más que nunca, lo que lo hace entrañable es lo insólito de encontrarse a un niño haciendo castillos de arena. Será que hay menos niños, será que hay más gente y no se les ve, será que encima les da más vergüenza que antes, que no es bratz enough, que no muere nadie, ni hay que averiguar nada. O será que las playas están repletas de colillas y tapones de crema, y cualquiera tiene cojones de ponerse a jugar en una arena tan asquerosa.
         Pero a veces ocurre (si, todavía, no nos pongamos nostálgicos que eso es pecado), que entre la gente se ve un niño todo entregado al diseño y ejecución de un castillo de arena. Se lleva uno entonces de una luz refrescante y salada. Porque si, porque los niños son así, están aún a salvo de toda esta mierda de la que acabo de hablar, y en verdad pasan los días como cualquier niño… Tostados de puro ocio, con esa tranquilidad, esa inconsciencia de lo chunga que es la vida y que todo adulto cree ver en a niñez, sin recordar lo difícil que es ser niño, cuando, en medio de un saludable día de verano, cualquier cosa te hace llorar y te importa demasiado. Por que, siendo francos, es una cabronada que a esa escala pequeña de un niño, cualquier problema se vuelva un mundo. Tampoco el olvido es fácil cuando eres niño, la vida nos marca como si fuésemos de barro sin cocer… no es cómo una ola, que puede devorar el castillo en un lento lametazo por la orilla, hacerlo languidecer en frío, en un mundo sudoroso y coloreado, lleno de consejos farmacéuticos y suplementos dominicales, consumo dulce, apamplamiento azul, copas con chill-out, belleza a la plancha, 9 euros ración, 4 media… sin pena ni gloria. Ahí, en medio, el castillo de arena con puentes de palo de helado de deshace sin problema. Nada. No, cuando a un niño le pasa algo gordo, un buen revolcón, lo moldea un poco, y puede parecer una tontería, quizá incluso lo sea y en verdad lo olvide pronto… O quizá le quede para siempre un pequeño y receloso miedo del mar. Como a otros nos ha quedado una incomprensible tirria por las abejas… traída por la marea de un día, hace mucho, en que me picaron seis a la vez.
        La otra tarde, fue distinto. Cómo nacida de otra parte del verano vino una niña, también tostada y sonriente, con trenzas húmedas y ojos alargados de gitana. Nosotros charlábamos alrededor de un castillo sitiado por la marea ascendente. La niña se paró en medio. Nos apartamos un poco, como por instinto y no sin cierta expectación. Ella nos sonrió, a un lado y al otro. No dijo nada. Se subió al castillo y lo deshizo a patadas. Mientras lo arrasaba con sus pies de talla 34 no dejaba de mirarnos sonriendo orgullosas. Sus amiguitas, fuera del círculo, nos miraban también sin decir nada. Terminada la obra se bajó de los escombros y se internó en el agua sin volverse. Nosotros nos la quedamos mirando. Lo tenía claro en la vida, esta niña de esas de toda la vida, que van tranquilas por el mundo, siempre seguidas por sus compañeras -que ni siquiera se molestaron en rodearnos al pasar- tan bajitas, tímidas y obedientes.


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