domingo, 25 de junio de 2006

El Balneario

        Érase una vez, no muy lejos de aquí, en verdad en Málaga mismo, un gran balneario que arrasó el mar, dejándole solo el nombre "Los baños del Carmen", no pocas columnas dóricas, fuentes, embarcaderos, malecones, y algunas ruinas que hoy lo protegen como un dique de las olas. Mientras, la gente acude a sus playas, sus pequeñas calas urbanas, pasea entre sus eucapiltos, bucea entre sus restos barados buscando bichos, lleva su amor para echarle mejor sus redes, echa los cafés, lee o simplemente ve ponerse el sol tras el puerto al otro lado de la bahía -aunque esto último lo hacen un poco todos allí-... en suma uno de esos lugares que dejado a un lado por el planeamiento voraz, a merced del tiempo y del mar, adquieren su propia forma en el tejido de la ciudad y acaban por configurarse como un espacio libre, abierto y frondoso entre dos barrios. Un espacio verde sólido y clave en el paisaje de la ciudad y en el espíritu de sus habitantes.
        Érase pues un lugar marcado por esa fortuna, tan poco usual, que toca a algunas ruinas de ser rescatadas por la vida cotidiana y habitadas intensamente cada día, de espaldas a un fragmento de la ciudad dedicado casi exclusivamente al tráfico y en continuo diálogo con el mar.
        Una isla perdida en el planeamiento, pero nunca abandonada por los habitantes de la ciudad, circunstancias que sumadas hoy día no dejan de ser un acontecimiento: Un oasis en el espacio y en el tiempo que ha encontrado su propio valor y se ha alzado como un lugar de referencia en la vida urbana de la costa este de la bahía malagueña.

        Érase una vez El balneario Los baños del Carmen, en definitiva, uno de esos lugares en los que por su carácter único, puede darse una historia. Y de hecho, todos los días se da.


Jornadas Balneario

...y escritura.
Razón aquí (y allí mismo, por supuesto)

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