viernes, 31 de marzo de 2006

Paul, Aquí vivimos como reyes, u Otro Rollo de los Míos de esos que os suelto de vez en cuando (parte I)*

Golfo's Macabeos presenta


        Esta tarde he comido solo. Hacía sol, así que he abierto la ventana y me he puesto música alta mientras empezaban los dibujos animados. Después de comer he estado a punto de echarme una siesta, pero no quería perderme estas horas de sol después de un invierno tan puto. Quería leer. Lo deseaba intensamente: sentarme a leer con un café frío.
        Si quería escapar al sueño solo me quedaban dos opciones: bajar a la terraza del café Lisboa, lo cual es sumergirme en la ciudad y dejarme acompañar por el bullicio, o subir al tejado, que no es si no dejar la ciudad a los pies y llevarme a cielo abierto esa soledad en la que suelo hablarme solo y de la que últimamente estoy empezando a abusar.
        No obstante, una vez más elegí consciente de que seguiría hablándome solo al menos por esta tarde.
        Al subir he visto aún en la terraza los artilugios del profesor de inglés que estaba esta mañana haciendo fotos a un montaje sobre la mesa de hierro. Encajaba con su objetivo un espejo sobre el que había colocado unos tomates muy pequeños. Apenas le di los buenos días, decidí no ponerme muy curioso porque: se lo que puede molestar eso cuando te lanzas ha hacer arte en público… Sin embargo mientras me tomaba mis almohaditas de chocolate dándole la espalda no pude evitar imaginarme el resultado: mentalmente, me he puesto en su lugar, me he preguntado cómo sacaría yo la magia de esos tomates emparejados son su reflejo sobre un cielo plagado de borregos. Igual incluso pasa un pájaro y sale en la instantánea.
        Las losas del tejado estaban calientes, la ciudad estaba inundada de una luz nítida, como si la luz blanca del invierno aún no se derritiese con el calor de la primavera. Hoy ha sido uno de esos días en que a la sombra hace todavía frío y al sol puedes incluso quitarte la camiseta.
        Sentado en el suelo de esta terraza sin barandillas. No veía la terraza de abajo , ni los tendederos, ni siquiera veía las casas de en frente: la ciudad aparecía lejana como si empezara lejos de la orilla. A veces miro a la ciudad desde aquí arriba y me parece que me la han pintado. Me digo, no es verdad. Me gusta esa sensación… de hecho, me cuesta leer los primeros 5 minutos en el tejado. Mis ojos miran las letras pero es como si mis cuerpo entero disimulara, porque el resto de mis sentidos está demasiado contento de estar aquí, de las vistas, de la brisa casi marina, de los olores, de los ruidos de fondo de las casa del alrededor, de tener un libro en las manos, y de cada palabra mezclada con todo esto.

        Cuando termino de leer un relato suelo leer varias veces el último párrafo. No lo puedo evitar. Como si algo se me fuera a escapar, leo y releo y vuelvo a releer. Luego me levanto a estirar las piernas y ahora que lo pienso suelo suspirar dos o tres veces mirando a mi alrededor, como si chequeara que todo sigue como lo dejé antes de partir a bordo del relato.
        Nada, en verdad todo sigue igual. Ni siquiera la luz es más amarilla. Febrero testarudo. Me siento en el borde del tejado, mirando al atardecer. A mi espalda, la Alhambra con esa actitud de barco a punto de zarpar, detrás muy lejos y enmarcándola, la sierra… A veces calculo mentalmente distancias entre puntos muy lejanos como hilos invisibles que tendiese a través de kilómetros. El sol cae sobre estos tres objetos: sobre una montaña imponente, el edificio más hermoso de un mundo, y mi estrecha cara de caballo… lo que me impresiona de todo esto no es la proporción que puedan guardar entre sí, sino la desproporción que queda unida, salvada, anulada por el hecho de estar recibiendo el mismo sol en cada milímetro de nuestras orografías. Deformación profesional, supongo, me fascino fácilmente por las medidas, la escala de las cosas.
        Delante de mi, una ciudad llena de contrastes al atardecer, y apenas a unos metros la terraza de Nico, metro y medio más alta que la nuestra, y siempre abierta y llena de cactus. No veas la cara que me puso el día en que le pregunté si tanto cactus venía con su carácter. Joputa, me dijo. Y sonrío. Se la había colado. Le había hecho a ese perro viejo que preside la terraza desde su atalaya lo que él me hace a mi al menos una vez en cada conversación. Aún me cuesta acostumbrarme a Nico y su caracter, pero es Nico, y este rincón de terrazas y patios levantado contra el cielo no sería lo mismo sin él.
        Espero unos minutos, quizá enciendo un pitillo. Cuando termino de leer un buen relato suelo darle un sorbo al café y encender un pitillo, bastante satisfecho y un poco resignado, pero como todo el mundo. Un buen relato es lo que tiene.


viernes, 24 de marzo de 2006

(Léase en alto y verán)

WIRA SACHA
Extracto de plantas medicinales

Renaco sacha
Ajos sucha
Guayaco
Suelda con suelda
Palmonaria
Bálsamo
Belladona
Sangre de grado

Combate todo lo agudo
Reumatismo
Calambres
Tos
Golpes
Choque de aire
Inflamación de amígdalas
Niños que se orinen en la cama.

Frótese fuerte
y ponga un trapo
bien caliente.

martes, 14 de marzo de 2006

Marion

Mural café Futbol




        Je tourne la tête par hasard et je la laisse se reposer sur l’oreiller. J’ouvre les yeux. Tout est noir...
        Petit à petit, il commence à se dessiner la forme d’une couverture qui se transforme en cheveux, entre eux, une esquisse de sourire inversé mais pas triste, et pas trop petit non plus, ces mêmes lèvres que j’ai vu deux mille fois essayer de sortir «cereza»..., un jolie nez de singe qui respire calmement et deux paupières qui avec ses longs cils semblent deux fleurs carnivores, là, fermées tout les deux. Lentement il me vient ces mots, comme a voix basse, cette histoire de ces trois allumettes qu’il allumait une à une.../ la première pour voir son visage tout entier / la seconde pour voir ses yeux / la dernière pour voir sa bouche / et l’obcurité toute entière pour se rappeler de tout cela / en la serrant dans ses bras...
        A ce moment-là je me suis rendu compte que je n’ai pas besoin d’allumettes dans cette pénombre et qu’il y a tant de villes où il fait nuit aussi... C’est si étrange et si claire en même temp cette dernière idée, et ça me fait sourire. Je ne comprends pas d’où me vient, mais, à vrai dire, il y a autant de choses que je ne comprends pas ces derniers temps...
        Tout est calme, et toi, tu es comme cette paix qui respire en face de mes yeux. Et puis, juste pour jouer avec le sommeil, comme on dance pour appeller la pluie, je me met à suivre le rythme de ta respiration tranquile. Au fin, je m’endors dulcement, souriant sans savoir pour quoi.

______________________________________________

        Vuelvo la cara por casualidad y la dejo reposar sobre la almohada. Abro los ojos. Todo está oscuro..
        Poco a poco, comienza a dibujarse la forma de una manta que se transforma en pelo, entre este, un boceto de sonrisa invertida pero no triste, ni demasiado pequeña tampoco, esos mismos labios que he visto miles de veces intentar pronunciar la palabra cereza… una bonita nariz de mono que respira en calma, y dos párpados que con sus largas pestañas parecen un par de flores carnívoras, ahí, cerradas las dos. Lentamente, me vienen aquellas palabras a la cabeza, como en voz baja, aquella historia de tres cerillas encendidas una a una en la noche/ la primera, para ver su cara entera, la segunda, para ver sus ojos/ la última para ver su boca, y toda la oscuridad de la noche para acordarse de todo esto/ estrechándola en sus brazos…
        En ese momento, me he dado cuenta de que no necesito cerillas en esa penumbra, y que hay tantas ciudades donde es de noche también… Es tan extraña esta última idea, y tan clara al mismo tiempo, y eso me hace sonreír. No comprendo de donde me ha salido, pero a decir verdad, hay tantas cosas que no comprendo últimamente.
        Todo está en calma, y tu, tu eres como esta paz que respira frente a mis ojos. Entonces, solo por jugar con el sueño como se baila para invocar la lluvia, me pongo a seguir el ritmo de tu respiración tranquila. Al fin, me duermo dulcemente, sonriendo sin saber por qué.



sábado, 4 de marzo de 2006

Cápsulas del Tiempo


        (Eran las 3 de la madrugada. Estábamos paseando sobre la muralla zirí -cuando aún nadie sabía que la puerta de Monaita estaba abierta, y dos meses antes de que el ayuntamiento corriera a ponerle sus enormes cadenas-… cuando el Onironauta dijo ¿Y si hacemos una cápsula del tiempo?...
        ¿Y qué es una cápsula del tiempo?, le pregunté yo con la cara que le pongo cuando me sale con una de las suyas...
        Pues metes en una caja cosas que signifiquen algo para ti o que quieras que llegue al futuro y luego la entierras muy bien para que alguien la encuentre dentro de mucho tiempo.
        No me pongan esa cara que no es la primera vez que lo ven:. Una cápsula del tiempo es la caja que encontró Amelié detrás del rodapiés de su baño el día en que mataron a Diana de Gales… ¿Qué cofre del tesoro ni qué niño muerto?... Vaya cursilada, un cofre del tesoro, por dios, … eso no se lo traga ni el Cobra. Fijo que aquello era una cápsula del tiempo.
        Y si no se lo creen, observen la cara del remitente cuando se la devuelve… por poco le da la combustión espontánea.)


        A veces le da a uno por intentar volver a poner orden en sus viejos soportes. Hace años que ya no solo guardamos las cosas en cajas, y del mismo modo que a veces sacas todo el armario y lo vuelves a ordenar, regalando lo que no sirve, volviéndote a prendar de viejas camisetas o trastos olvidados (el viejo Spetrum, el coche teledirigido roto, una caja de helados llenas de tubos de ensayo y restos de motores eléctricos de mis tiempos de pretendido científico chatarrero)… Hoy he cogido todos los disquetes que andaban por mi cuarto y algunos cds sin etiqueta. Los he amontonado a la izquierda y he comenzado a explorarlos uno por uno, haciendo tres montones a mi derecha: rotos, vacíos, y no vacíos.
        El resultado ha sido lo siguiente…
        5 disquetes ilegibles, ante lo cual no he podido por menos de sonreírme acordándome de eso que pone en las cajas de disquetes de que: estos disquetes están garantizados de por vida. Si, yo también puse esa cara. De por vida. Ahí es nada.
        7 borrados y listos para reutilizar… soporte lento, frágil y caro.
        2 sorpresas: un disquete en el que han aparecido todos los textos que escribía en un viejo Macintosh LC II. Textos de los cuales apenas conservaba unos pocos, hasta hoy, en una carpeta negra en cuya etiqueta ya hace mucho escribí: “Protéjase del agua, del viento, y de las malas intenciones”… antes de dárselos para que los custodiara a mi santísima madre.
Y ahora vuelven a estar ahí, con sus nombres convertidos en: ATIRODE&, DELALIB&,, LAURA&, EPILOG&… pero ahí flotando en el polvo inexistente de la pantalla. Los miro fascinado como un naufrago ante una lata de conservas brillando al sol.
        Aprovecho esta línea para preguntaros si alguno tiene un Macintosh con el que desenlatar mi primera época de escribiente. Se lo agradeceré mucho. De verdad.
        Y otro disquete oh ah uh maravilla… disquete de pecé con textos que creí perdidos cuando me robaron aquel portátil, incluyendo -los milagros existen- mi Caligrama… aquel loco experimento en el que mezclaba matemáticas de mosaico y texto escrito (el autoCAD echando humo de tanta palabra parriba y pabajo, derecha izquierda diagonal giro… para eso los señores de Autodesk no lo habían preparado)

        Luego les llegó el turno a los cds...
        2 rotos ¿ya no garantizan estas cosas de por vida?
        1 una película
        1 música en mp3
        1 trabajos de la escuela en Macintosh, memorias en general de proyectos que luego fotocopiaba en papel torreón verde gris y pegaba en un lado del papel DIN caballo 109, junto a los trazos de tinta fresca, aguada y planos más lejanos en grafito. A veces, cuando no me cabían en el caballo, seguía las líneas por encima del torreón, invadiendo el territorio de la memoria –si, lo confieso yo soy de esa generación que aún dibujó con las manos-.
        1 jorroña que jorroña* mis primeras fotos guarras bajadas de la red. Vaya, vaya… -Creo que más de uno estará de acuerdo conmigo en que antes del mp3 y los blogs, la única utilidad de internete para el ciudadano medio era poco más que el email, chatear y echarse sus ratillos en book-mark.com (gracias Mark, cuántos años sin fallarnos). El que tire la primera piedra…
        Y ahí, de nuevo, si, ahí, justo ahí, al lado del Messenger Versión Cretácica… siiiiii, oh, ah uh, hoy es mi día, eureka: Más Textos Perdidos en el Tiempo y el Olvido, más Papelotes, más Declaraciones de Amor-pero-no-es-amor-no-te-creas,-miniña,-que-solo-lohago-para-impresionarte, y-ojalá-te-derritas-mi-amor,-ojalá-quedes-enganchada-el-tiempo-suficiente-para-alcanzarte. Si: más, más sucios garabateados para mi exclusivo placer, y desahogo, más Bendiciones Vitalistas y Serpientes Enlatadas, más ironía, más inocencia, más ira, más jodienda, más, y limpios también, joder, Sagradas Versiones en Limpio de Ideas Que ya Ni Siquiera Recordaba.
         Vivan los soportes magnetizados y sus santos recovecos. Viva el sagrado caos de todos los armarios invisibles del mundo que salvan de las quemas y los formateos, de las averías y los virus, de los robos y otras tontas miserias humanas nuestros tesorillos enterrados como cápsulas del tiempo en la arena de los días.
        En el mundo de lo pequeño -y a veces de lo grande- pocos guardianes son tan eficientes que el despiste y el olvido. Voy a hacer una copia de mis notas esta tarde, en cd sin etiquetar, a guardarlas por ahí y luego voy a salir a olvidar lo antes posible donde las metí.

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