jueves, 2 de diciembre de 2004

El Espacio Lynch


        En matemáticas, corríjame, por favor, señor Matemático, el espacio euclídeo o afín se genera con un número de parámetros determinado según las dimensiones: un parámetro por cada una, por ejemplo, el parámetro X que define el eje que va de un lado al otro, el Y, que une lo que está arriba con el abajo, y el Z para distinguir entre lo lejano y lo cercano, lo que está delante y lo que queda detrás.
        Con esos parámetros podemos situar cualquier punto en este espacio, comprender cualquier figura y su movimiento. Y esta es la representación más sencilla del espacio tal y como lo comprende la inteligencia.
        Además existe el espacio proyectivo, en el que se introduce un parámetro más a las coordenadas afines, de modo que hace posible que dos paralelas, que en el espacio euclídeo nunca se tocarían, puedan encontrarse ahora en el infinito. Aunque a priori es más difícil de entender o de explicar, pero esta es la representación del espacio más afín a la manera en que lo perciben nuestros ojos.
        David Lynch, en sus películas, toma también historias contadas, comprensibles, situables con coordenadas, dentro del espacio euclidiano, e introduce un parámetro nuevo para hacerlas legibles por los sentidos… pero el parámetro de Lynch no es exactamente el mismo que hace que hilos paralelos tengan un punto común en el plano del infinito (donde al fin y al cabo vemos cruzarse todas las historias paralelas del mundo)… se cruzan, sin duda, pero no en el infinito, sino en verdad mucho antes de llegar hasta él… tal vez incluso algo después.
        Y esto es lo que hace que surjan películas como Mulholland Drive.


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