martes, 25 de mayo de 2004

Puente

      Hoy he pasado por el puente de piedra. Abajo la tierra estaba seca, resquebrajada, y sus pasos estaban ahí inmóviles, sus surcos de haberse lanzado en el barro como para parar un balón, solo por disfrazar con otra figura el placer de lanzarse al barro. Sus huellas estaban allí, y en más de una me ha parecido ver sus pies hundirse y volver a salir con esfuerzo y risas contenidas.
      Dicen que en la luna no hay viento, que las huellas del Amtrong se quedaron ahí y ahí siguen... (sin embargo... ¿no ondeaba esa estúpida bandera?) Si hay cambio de temperaturas el aire, la atmósfera al menos, circulará, supongo que habrá vientos. Pero esa no es la cuestión. Si uno no puede subir a ver la huella después del tiempo, la verdad, no se por qué armar tanto escándalo aquí abajo por un zapato rechoncho en la arena.
      Sigue allí el rastro de aquella tarde, los gritos en mi cabeza, los bailes, alguna miraba, alguna señal entre cabezas anónimas a 25 metros que separan dos universos... sigue ahí y me recuerda a las huellas que estudian en los documentales de la segunda cadena, intentando buscar la identidad, el significado, las costumbres de la bestia.
      He pensado en un par de curiosos haciendo especulaciones ante los ojos atónitos de los nativos indiferentes que van ha hacer sus compras, a sacarse el carnet, a poner gasolina o a votar... y me he alegrado enormemente de haber sido comprensivo, empático, envidioso, cómplice... delciosamente apátrida.
       Aunque ellos estén ahora porbablemente por la misma ciudad haciendo lo que todos hacen.



hace tiempo que no llueve

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