miércoles, 3 de marzo de 2004

No creas que solo tu... Urbano en liquidación

"¿Es solo hoy porque yo estoy con vosotros, o suele ocurriros también que acabéis así callejeando indecisos de este modo?"
Al parecer, siempre que salen para tomar un café o una cerveza, o a sentarse en cualquier sitio a pasar la tarde, acaban dando vueltas sin rumbo, callejeando sin sentido por pura incapacidad de decidir el lugar donde habrían de tomar ese café, esa cerveza, o simplemente sentarse a pasar la tarde, bien porque ningún sitio parece suficientemente atractivo o bien porque todos los son. Me tranquilizó encontrar por fin, dos personas en el mundo a las que les ocurre lo mismo que a mi.

Hoy he salido para sentarme en alguna terraza para disfrutar a solas del ajetreo urbano. Mirar a la gente pasar y escribir algo quizá, o leer... como conseguí hacer, una semana que pasé el verano pasado, a solas en la ciudad. Sin embargo, he tomado calles y calles, enlazando plaza con plaza, prometiéndome una y otra vez parar en la próxima cafetería.
El resultado es que no he parado en toda la tarde, tubo al hombro por si me da por pasar por casa de algún compañero, lápiz y papel para, seguro, estaba en mi cabeza, escribir un poco. No he escrito nada y no me he acercado más que a un par de librerías, ambas a punto de cerrar, en lo que podría ser mi desesperado intento de dar sentido a la peregrinación urbana y no sentir que he echado una tarde entera por tierra. Hermosa expresión, ahora que lo pienso.
A veces tengo la impresión de que desde pequeños se nos inculca que, entre la gente que vemos andando por la calle, solo hay dos tipos: los que van a alguna parte y los que simplemente pasean.
Yo no hago ni lo uno ni lo otro. Pues no voy a ningún sitio pero tampoco paseo por el simple placer de pasear sino con una sensación de búsqueda, de ir en verdad a algún lado. Sensación que, aun pasando tres veces por el mismo sitio, aun trenzando atajos al azar, llevo en secreto como un perro escondido en el zurrón. Y así la siento tan real como el libro que llevo en el saco y que, lo sé, esta tarde ya no me voy a sentar a leer.
Quizá es mi forma de rebelarme ante ese supuesto de que en nuestra conciencia urbana colectiva solo haya dos caminantes posibles: los que van a algún sitio y los que pasean. De este modo, si se me observara en un plano de la ciudad, quizá llamaría la atención de los científicos al encontrar una hormiga que no trabaja ni se dedica al ocio, un individuo que no parece pasear tranquilamente ni seguir un rumbo lógico ni ir a pararse en ningún punto concreto. La hormiga rebelde, la oveja misteriosa, Golfo que tiene ganas de escribir y sale a la calle en busca de impresiones.
Al regresar siempre tengo una sensación de vacío, de estupidez supina: ¿que he hecho hoy? ¿qué he querido hacer?.. tantas personas pasan la tarde en una agradable terraza y yo no he sido capaz de detenerme en ninguna. Tantos lugares a donde ir cada día, tanto que hacer... y en suma no he ido a ningún sitio y apenas he llegado ha comprar un par de libros que ni siquiera eran los que pensaba.
Esperando el último semáforo antes de subir al Albayzin, esbozo una sonrisa cómplice en medio de mi soledad. Porque después de todas estas horas, llevo dos libros más en el bolsillo y quizá nunca habría llegado a ver a mi lado a esta chica que tiene unos ojos verde oscuro que merecen la tarde entera, los libros y los mil kilómetros de frases que se me han pasado por la cabeza mientras caminaba y que por más rápido que alcance a sentarme sobre el teclado, sé que nunca podré recordar. Subo a casa arrastrando esta extraña alegría de haber salido y la puedo confirmar por segunda vez cuando tras una esquina, me encuentro dos perrillos que me hacen fiestas dando saltos uno contra otro, mágica, tórpemente.




1 comentario:

Golfo dijo...

Hoy sabado 14 de marzo estas leyendote este blog entero...

me pregunto quien serás

seas quien seas espero que lo disfrutes.

para mi es una alegría que los post pasados no vayan a saco roto.

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