jueves, 15 de enero de 2004

Honestidad... (postdata al defensor de las neveras)

Aquel lugar no estaba todo pintado de blanco nuclear sino de colores más o menos alegres repartidos con claridad. Sus mesas eran sencillas pero no estériles, yo no era una mancha más en la foto para una revista, y se podía ver cómo las estanterías al econtrarse con la pared, y está, deslizándose por debajo del cuadro (oh, dios mio: cuadros), con los marcos de las ventanas, luego el techo con las lámparas, el suelo con la barra, la barra con los grifos y los colgaderos de la cocina otra vez con la pared, con el techo y con una viga que pasaba por ahí... no disimulaban sus encuentros bajo coplicados artificios para hacerlos parecer "minimalistas", sino que lo eran mostrando sin miedo la inteligencia, la elegancia, la tranquilidad y la frescura de las ideas sencillas...

Minimalista no es tanto un lugar mínimo en la estética como mínimo en gestos a la hora de construirse, de encontrar sus soluciones: El mínimo en recursos da lugar con toda seguridad a una estetica de lo sencillo, pero que esto suceda al revés, está por ver.

La misma noche, un poco mas tarde hojeaba un libro llamado Danubio, en el que Claudio Magris va contando su viaje, y me paré en una frase en el pasaje que habla su visita al Karl Marx Hoff...

"...el placer Kitch por lo falso y lo vulgar, es el gusto de la ideología a la que se le han amputado la ideas."

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