lunes, 5 de enero de 2004

He vuelto por unos dias a una ciudad. La recorro, me reencuentro mis lugares, que en general no han cambiado (y me dan esa tonta sensacion de fidelidad cuando no han hecho mas que permanecer). Estoy lleno de emociones, que se siguen una tras otra, se apelotonan, se entrecruzan, bailan o se enredan hasta caerse de bruces en una gran interrogante... la cabeza vuela, hablo solo y se me llena de palabras como de espuma, podria hablar de todo lo que se me pasa por la cabeza, pero si empiezo no pararia, asi que no lo haré...
Solo que al recorrer estas calles en bicicleta, me parece que todo se va dibujando como si la misma ciudad saliese del giro de mis propias ruedas tal y como yo lo recordaba, y puedo acelerar adelantandolo todo o demorarme hasta pararme a fijarme en un detalle. Empiezo a pensar que para reencontrar una ciudad como esta... que es toda planita y extensa, no hay nada mejor que la bicicleta. Mi memoria, en verdad, tiene ritmo de bicileta. Si fuese andando se impacientaria, se aturrullaria, tendria que adaptarse y pensarse un poco mas la distancia y el tiempo, y el coche seria como un cine de seis pantallas panoramicas que ademas no puedes pararte en los puestecillos, ni dejarlo en la hierba y tumbarte un momento a rularte un pito.

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