sábado, 24 de enero de 2004

The boy you loved, the man you fear

Cuando éramos niños todo era fácil, unos eran chulos, otros pasotas, otros traviesos, otros dóciles, (a esos siempre lo mandábamos a parlamentar con los papas: papis, es que, bueno, las bengalas, bueno, la palmera, bueno, pues, bueno. . . pues, accidentalmente, veníamos buscando la manguera. . .); unos eran buenos compañeros, otros egoístas, pero buenos compañeros también, porque éramos la misma masa y todos creíamos en dulce armonía pensando que cada cual tenía sus defectos, nomás. . . Más arriba, como sobre nuestras cabezas, más alto de la alfombra sobre la que jugábamos a lo Gijoes y los cliks (nunca entenderé por qué en mi barrio llamábamos así a los Playmobil), los mayores estaban en su guerra de inseguridades y frustraciones personales, esas guerras que aún no te imaginas cuando estás creciendo y ves que ser mayor parece más fácil aún, donde nosotros éramos como escuderos secretos, pues los acompañábamos a todos lados y a veces nos usaban para restregarnos unos a otros contra la cara de los otros mayores, mira el mío lo que hace, mira el mío lo que dice, como monos de feria, todo orgullosos de su creación. . . sus pequeñas bestias. para nosotros ni siquiera era malo, creímos que la educación era un juego más, que luego podríamos ser Nosotros Mismos. Perdonábamos todo como si todo fuese a pasar completamente con la niñez.
Pero no es sino a los veititantos cuando se están viendo las consecuencias de aquellas inocentes desviaciones y proezas de los por fin libres mecanismos educativos, nuestra sagrada educación, aquellas gracias de la manipulación, de aquellos discursos postmodernos de un país que tuvo que ver por la tele el sesentayocho, y revivir los valoruchos aquellos durante los gloriosos setenta de la transición (eso que nosotros hemos convertido en otra corriente estética más llamada guipiosismo nostálgico. . . ¿aunque hay hoy día algún prototipo estético que nos sea nostalgia de otro?, ¿hay de verdad algo realmente nuestro más allá del here we are now, entertain us?). Esa generación que al fin y al cabo pertenece a la misma que hoy tira el mundo por la ventana diciendo que lo gobierna. . . aquella supuesta libertad que nos daban cuando en verdad querían pasar y comer o discutir de política o ver el fútbol tranquilo. Esos que estúpidamente nos lo perdonaban unos todo como siempre y otros nada como toda la vida, no se qué es peor.
Bueno, bueno, errar es humano.
He aquí la cosecha.

¿Por qué veo que todo el mundo a mi alredor se está volviendo loco?

¿por qué? ¿por qué?. . .

. . .¿POR QUÉ?

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