martes, 28 de diciembre de 2004

(te dejo con la mente en blanco, de blanco lunar, blanco manchado de blanco, exhausta y plena, rendida y triunfal, con el corazón recobrando su ritmo tranquilo, hudiéndose en el silencio, el sueño que se extiende con la paz una mancha de aceite y un puñado de mariposas bailándote entre las costillas. Me llevo tus susurros que suenan como las sábanas al rozar, tu olor a mujer en pijama, a sexo y a saliva, me meto de nuevo en el cajón de tu escritorio, lo cierro con cuidado de no despertarte… regreso por la ruta que abrieron los monstruos verdes cuando eras niña, este atajo que he encontrado que une tu cuarto con la playa blanca donde crecí, y que hace mucho tiempo que ya no es blanca, pero qué más da eso a estas horas de la noche)


sábado, 25 de diciembre de 2004

/Japiberdei/

Golfo cumple 1 año

        Hace un año que rellené un formulario sin entender mucho qué pasaría después. Hace un año que a falta de una idea me acordé de una colega mía, que cuando me ve llegar con esa cara que quienes me conocen bien sabrán cual es, me dice: ¿y esa cara, golfillo?. Y de que entonces esto me hace darme cuenta de dos cosas: una es lo bien que me sienta cierta felicidad, sencilla pero que solo puedo describir como algo muy parecido a llevar un pájaro en el bolsillo; la otra es que la quiero a horrores.
        Hace un año más o menos que alguien me dio algo más que una gran idea...
        Hace un año más o menos que Golfo hubo que hacerse una identidad en la blogósfera que le permitiera, entre otras cosas, infiltrarse en el mismo complejo entramado donde encontró a la terrible, perversa y bellísima científica, y comprender mejor sus despiadados experimentos poéticos... Y finalmente dejarla escapar así como quien no quiere la cosa, al aceptar que un bicho así no debe ser atrapado para siempre, por terrible o por hermosa que sea... y aunque te convierta por unos días, por ejemplo, en una jirafa.
        Golfo surgió en medio de una época desbaratada, durante la que estaba soltando y atando cabos, una colisión, un chispazo de esos que dejan flotando en la nada trocitos de nosotros mismos como este blog, un fuego en el camino, o una placa de mármol reventada en cualquier pensión de Barcelona.
        He de reconocer que no estuvieron nada mal mis dias de jirafa.
        Hace un año más o menos que comencé a expandirme más allá de lo material pero algo menos de lo inmaterial.
        Hace un año, exacto, desde que empecé a tener una parte de mi conciencia de mi mismo pendiente en secreto de este trozo de nada que flota entre nosotros y que solo podemos ver asomados por la pantalla del ordenador.
        Hace mas o menos un año, que empezó a hacerse posible conocernos, y aunque a alguno no hace ni un mes que os conozco, ¿qué habría pasado si hace un año no hubiese cargado la página de blogger y no hubiese rellenado el formulario sin entender mucho qué pasaría después?
        Hace un año, hay gente que no habla de estas cosas, en verdad no quiere decir más que va una vuelta al sol y el planeta sigue a gran velocidad (29,76 Km/s, que tardaría 4s en llegar de granada a Málaga lo cual no impresiona mucho, pero se hace 930 millones de kilómetros en 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos, follao, vaya)…



viernes, 17 de diciembre de 2004

Two seconds, a lifetime


¿Qué estás esperando?

Hoy he visto unas choperas y me han dado unas ganas locas de cruzarlas corriendo. Sin embargo, he sentido al siguente mirándome, he dado las gracias al gasolinero, me he metido en el coche y he partido de nuevo no sin la sesación de que a veces nuestras vidas podrían describirse con solo un signo de interrogación.

lunes, 13 de diciembre de 2004

Ver tu ciudad por los ojos de tus visitantes

        Todas las ciudades, las bonitas y las feas, son maravillosas, porque la ciudad, de por si, es un hecho sorprendente. La ciudad es un sistema activo y abierto (y la que no, es pura pretensión, una falacia): la ciudad es un tejido vivo, con sus placeres y sus dolores, con sus cosas buenas y sus terribles enfermedades y achaques de ciudad, pero vivo de un modo u otro. …¿y no es increíble la vida?
        Pero esto se nos olvida a veces, desdibujado por lo cotidiano, por la rutina, por el cansancio que nos hace llegar a casa con el único deseo de cerrar los ojos y esperar a que llegue otro día, para levantarnos como nuevos y tirarlo igual por la ventana.
        Sin embargo, a veces, la visita de alguien a quien se quiere me hace revalorizar sin darme cuenta mi lugar, mis barrios, mis calles, mis rincones, mis ambientes… mi ciudad en suma. La que me toca. Cuando viene alguien que me importa, por ese tiempo, no solo trato de mostrar lo mejor de mi ciudad, sino que saco de mi mismo la capacidad para poder apreciarlo y de que esta persona pueda verlo también a través de mi óptica . Así agarro mi ciudad, le busco los brillos donde los solía encontrar, y cuando los reconozco, trato de regalarla, si no la ciudad, al menos algo que le pertenece y que la hace única, algo que trato de concretar delante de esta persona, pero que no deja de ser también una parte de mi mismo.
        Y trato de dárselo simplemente porque mientras no está y se echa de menos, no podría darlo… por ese instinto nuestro de querer equilibrar el pequeño vacío en el tiempo que nos ha separado. Ese instinto que lo mismo nos echa a follar fieramente, que a pasear incansablemente por los lugares de todos los días, chequeando cada poro de la realidad.
        Cuando se vive en una ciudad es fácil olvidar lo bueno que tiene, quizá porque se la somete a crisis constantemente, cada vez que uno se queja, cada vez que se comprueba cómo tal esquina o tal situación no ha mejorado, cada vez que se detiene uno en el semáforo interminable o pasa una autobús llenando todo de humo o un gilipollas simplemente… (la gilipollez es que es dura de asumir, por mucho que uno crea tener experiencia, siempre parece la primera vez).
        Un visitante, es pues, una tregua, una reflexión. Un nuevo elemento exterior que se introduce por un rato en el sistema y nos revela como el sistema, tan frágil, tan precario y tan impresionante a la vez, sigue funcionando, y las pequeñas luces brillan aún: cómo una ciudad es una ciudad porque es habitable, porque puede soportar un instante de felicidad.
        Acabo de dejar a Mica en la estación, después de dos días caminando por ahí y hablando sin parar, mirándolo todo como niños en un supermercado (en verdad como siempre que, dado que no tenemos mucho en común salíamos a buscar lo que nos gustaba por ahí). La visita de Mica, me ha hecho ver que lo echaba de menos bastante más de lo que creía, pero al tiempo me ha hecho comprobar lo mucho que me echaba de menos también a mi mismo.

jueves, 2 de diciembre de 2004

El Espacio Lynch


        En matemáticas, corríjame, por favor, señor Matemático, el espacio euclídeo o afín se genera con un número de parámetros determinado según las dimensiones: un parámetro por cada una, por ejemplo, el parámetro X que define el eje que va de un lado al otro, el Y, que une lo que está arriba con el abajo, y el Z para distinguir entre lo lejano y lo cercano, lo que está delante y lo que queda detrás.
        Con esos parámetros podemos situar cualquier punto en este espacio, comprender cualquier figura y su movimiento. Y esta es la representación más sencilla del espacio tal y como lo comprende la inteligencia.
        Además existe el espacio proyectivo, en el que se introduce un parámetro más a las coordenadas afines, de modo que hace posible que dos paralelas, que en el espacio euclídeo nunca se tocarían, puedan encontrarse ahora en el infinito. Aunque a priori es más difícil de entender o de explicar, pero esta es la representación del espacio más afín a la manera en que lo perciben nuestros ojos.
        David Lynch, en sus películas, toma también historias contadas, comprensibles, situables con coordenadas, dentro del espacio euclidiano, e introduce un parámetro nuevo para hacerlas legibles por los sentidos… pero el parámetro de Lynch no es exactamente el mismo que hace que hilos paralelos tengan un punto común en el plano del infinito (donde al fin y al cabo vemos cruzarse todas las historias paralelas del mundo)… se cruzan, sin duda, pero no en el infinito, sino en verdad mucho antes de llegar hasta él… tal vez incluso algo después.
        Y esto es lo que hace que surjan películas como Mulholland Drive.


sábado, 27 de noviembre de 2004

Le parfum c’est vraiment une histoire de seduction,
on étude tous la solution.


Diabologum



     En ese pequeño agujerito en medio de tus ojos, del otro lado del cual estás tu mirándome, pensando, recordando quizá, imaginando tal vez, hay también una imagen proyectada de mi delante de ti que te hablo, y no se por qué me gusta pensar en esa imagen de mi proyectándose, registrándose, ahí dentro que parece que está tan oscuro y tan pequeño… en alguna parte justo ahí detrás de los ojos, me digo, está ella, la parte de ella que no se ve. E intento no mirarte muy fijamente, no acercarme demasiado, no vaya a ser que te des cuenta de que aquí dentro, del otro lado de estos dos pequeños agujeritos negros que tengo en el centro de los ojos… y vayas a ver todo esto que pienso y hasta mi miedo de que te asustes de verme todo, como un reflejo momentáneo, ojalá, un brillo delatador.


martes, 23 de noviembre de 2004

Toma
La luna
Con
los dientes.



        Pretender revivir el pasado siguiendo sus huellas me ha parecido a menudo una especie de pecado contra el presente, sobre todo cuando me pongo vitalista. ¿Para qué quiero el vacío de los sueños, de la memoria, si tengo el vertiginoso misterio de lo real, el aquí, el ahora?
        Sin embargo, otra vez me desvío en la ruta de mi deambular. Improviso, me digo, pero se que no improviso tanto. Se a donde voy porque cada vez estoy mas cerca. Esta vez voy caminando, como si para recordar el camino a la casa no fuese bastante haberlo hecho ya en bicicleta. Cada medio de transporte tiene una velocidad, un tiempo llegar: alarga la calle o la acorta, muestra los detalles a una escala cercana o lejana. Siento que estoy haciendo algo malo, algo que en me parece ridículo, pero lo hago, camino, por la acera, me dejo llevar irremisiblemente por mis pies que no han caminado esta acera en dos años recordándome a mi mismo pasar en bicicleta a mi lado, por el asfalto.
        Recupero los detalles, reconstruyo imágenes, desempolvo sensaciones, comparo con mi memoria, contrasto, me zambullo uniendo dos puntos del tiempo.
        Observo detalles conocidos y otros que me dicen que el tiempo ha pasado. La escuela de baile flamenco está cerrada, la panadería es un local vacío, sin embargo la ventana llena de flores sigue llena de flores, avanzo un poco y veo nuevas inmobiliaria, peluquería, la ciudad que le gana terreno al silencio que caracterizaba nuestro barrio… al mismo tiempo que me vienen a la cabeza tantas veces, la vez que volvíamos andando con el pan bajo el brazo, Mica se lo iba comiendo y yo cogía también temiendo que se acabara, así que cuando llegábamos casi se había acabado… o la vez que caminábamos con los palés con los que haríamos grandes cosas, somieres, estantes, la mayoría de los cuales se quedaron en el descansillo de la escalera durante los 9 meses que vivimos allí, para luego sacarlos a la calle el día que nos marchamos…
        Las veces que íbamos disfrazados de conejo, de monje, y de monja (3 euros el disfraz en Auchamp, aunque nos estaba un poco pequeños) camino de una fiesta que apenas resultó ser de disfraces.
        Cuando íbamos un montón de gente en procesión a abrir una buena noche, las veces que corría al cine de Gambetta con una mochila llena de palomitas recién hechas a encontrarme con Sylla que me esperaba con las entradas.
        Cuando volvíamos y a mi me daban ganas de subir la calle colgándome por los edificios como el hombre araña.

        Por fin llego al cruce: otra mas de esas calles de casas bajas, sin comercio, de piedra labrada y esa ligera pretensión señorial que a veces pone mansardas en casitas de dos pisos, ñoña, sucia, mortalmente aburrida… esa calle en la que hay una casa de donde salía una luz cálida, música, jaleo, como el resplandor que sale de un cofre del tesoro.

        Quizá pretender revivir el pasado siguendo sus huellas me ha parecido siempre una especie de pecado contra el presente, sobre todo cuando me pongo vitalista.
        Pero qué importa lo que a mi me parezca o lo que deje de parecerme… la vida tiene sus resacas, sus mareas que suben y bajan y lo llevan a uno lo quiera o no… descubriendo cosas que parecían hundidas, recuerdos varados que salen al sol, algunos, incluso llevan aún nuestras huellas bien frescas.
        Al llegar a la casa, veo que en la acera todavía queda algo que escribió Laure aquel día con pintura azul cobalto …ez …ne …ec …ts.
        El final de cada línea.


martes, 9 de noviembre de 2004

Un estilo nunca parece un estilo, sino una especie de universo al aproximarse... un estilo es como un olor, una música, una lente por la que se mira, un viaje sin movimiento o un estado de la materia.
Pongamos por ejemplo, el estilo Albert Camus (que a veces leo y releo por cualquier página solo por pegarme el chapuzón), o el estilo Boris Vian (la levedad, el humor, la seducción, la mágia, el jazz), el estilo el estilo Alvaro Siza (la limpieza, los detalles, la sensibilidad al medio, cierto misterio, la sencillez, la mesura), el estilo Björk (te quiero, Björk), el estilo Antonio Soler (mostruo donde los haya, algo complejo, pero su estilo me da unas ganas terribles de escribir, al menos pone mi memoria en un feroz funcionamiento, como si se buscase a si misma dentro, como el contenido buscando a la forma)...




domingo, 7 de noviembre de 2004

En este momento están rapando a Alvero, con una maquinilla que evidentemente no sirve para rapar pero está dando lo que puede, en la habitación de al lado, dos plantas más abajo una mujer preciosa duerme derrotada en un sofá por una batalla de esas, que si bien no deja de suceder todos los días, no deja de ser epopéyica, de guardar algo que pertenece a los divino, a lo que cuentan la historias, las películas, a lo imperecedero.+
Hay ron y cámaras digitales, todo se recordará cuando no nos acordemos y se olvidará otra vez hasta próxima casualidad...
En este momento, para mas INRI, está sonando Sweet child O'mine a todo volumen.... nunca fue de mis favoritas pero en este momento siento que no puede ser otra.
En este momento siento una empatía hacia todo lo que me rodea que me da, como decirlo, la impresión de que en este momento de mi vida, de la historia, a pesar de todo, este es el lugar en el que debo estar, el momento preciso que ha de pasar... hasta el punto que no pienso borrar el signo más que se me ha escapado entre tanto tecleo.

miércoles, 3 de noviembre de 2004

     Pero si en el fondo he sabido que todo iba a salir así... ¿por qué me sigue pareciendo tan absurdo?
     Quizá yo ni yo mismo me creo eso de que no tenga esperanzas en la humanidad, aunque lo suelte con esa seguridad y ese estoicismo divertido, que unos veran como una suerte de sabiduría orwelliana, houellebeqosa y otros como la ingenuidad más ridícula...
     ¿a quien quiero engañar?
     ...Y vuelvo a pegarme contra el cristal de la lámpara. Las alas me queman. La luz me ciega, por más que haya payasos en la calle. Cuando veo a mi alrededor, a veces me abstraigo... Siento que todos somos culpables de algo.
     Solo los músicos de jazz me calman. Clarinetes detras de los pasos, el vocerío, los motores y las fuentes.
     Esa música tiene un algo... o al menos la capacidad de devolvérmelo.


martes, 26 de octubre de 2004

Os voy a robar y os lo agradezco.

     Con escribir ocurre a veces lo mismo que con viajar… en esencia lo único necesario es el destino, es decir, si me encuentras uno, probablemente me dará más o menos igual cual sea, mientras haya un viaje que emprender hacia él.
     Viajar puede ser un estado de las cosas.
     Escribir, al menos para mi, también.
     Últimamente me siento unas ganas terribles de lanzarme sobre los teclados, o de desviarme de los apuntes en la próxima línea… pero no lo hago. Últimamente me ocurre como al protagonista de La muerte en Venecia: puedo sentir el gusanillo del viaje, esa necesidad casi existencial de partir hacia alguna parte… y podría pasarme horas y horas hablando de esta sensación, sin llegar a ningún sitio. Cambiando la palabra “viajar” por “escribir”, esta es más o menos la sensación que yo experimento: me falta el destino.
     A falta de él, salgo a la calle, estoico, paseo con las manos cargadas de electricidad, me entrego al alrededor, veo películas, escucho en la música y en los silencios, leo libros, carteles, reversos de cereales, papelotes... blogs… Observo lo que otros hacen, sus destinos, sus huellas al pasar, su estado de pérdida, lucidez, o estancamiento más o menos inconsciente. Parto desde un link y voy pinchado links en otros blogs instintivamente, así paso de uno a otro, sin parar, solo puedo salir hacia delante, navego (nunca he navegado en mi vida como con los blogs, ellos me han hecho experimentar el verdadero significado del término), giro, me detengo, doy vueltas a veces, sin querer incluso, me pierdo, queriendo siempre, intento pasar de un barrio a otro (pues los hay, no se cómo pero veo que hay especies de barrios de blogs, familias, territorios comunes organizados por simpatías e hiperenlaces), a veces no es fácil, otras demasiado. Tu rastro es difícil de seguir. Según la rugosidad, resbalo o me adhiero por un rato. Veo cosas que me gustan, cosas que me invitan, que me excitan, un lugar, el ágora haloscan… a veces solo doy una señal, y otras me arranco a escribir porque lo que he leído dice abajo “comenta”, y yo, ni corto ni perezoso, pues comento. Pasa el tiempo y las teclas, los dedos se me sueltan… a veces más de lo esperado: así me sorprendo a mi mismo contando mi vida, dando la tabarra, soltando cosas que incluso puede que no tengan nada que ver con el post que lo ha provocado, me sonrío sin parar de escribir con una divertida sensación de ridículo… “se que no tiene nada que ver, pero no voy a pararme ahora que he roto a escribir”. Y esto es importante. Por lo menos, divertido.
     Hay comentarios que me dan la sensación de que por si mismos podrían contar algo, comentarios que me gustan por lo que tienen de silvestre, de desarraigo, de apátridas, de rebeldía sobre el tema, o abuso del espacio público…. Me siento como haciendo dibujos en el aire con la vela que me dieron al entrar en el entierro. Presiento los efectos: unos me mirarán por el rabillo del ojo, sonriendo, otros me darían con gusto una gran patada en el culo.
     ...Más de una vez he pensado en robarme estos comentarios, en cortarlos y pegarlos al rato en otra parte, en no publicarlos sino como posteados por si mismos, y creo que voy ha hacerlo. De este modo, por un lado, despersonalizo un poco la relación posteado-comentado, y dejo que se escuchen más claramente las conversaciones ajenas, de las que todos hemos disfrutado alguna vez por casualidad en los autobuses y en los supermercados, en fin, las cosas increíbles que se oyen al pasar… , después de todo, esto es un espacio público, y por otro lado os libro de mi tendencia a soltaros un chorreón tan solo por que habéis abierto una grieta en mi laxitud.
     No quiero insinuar con esto que vaya uno a aprender con lo que yo escribo, (tampoco negarlo: me da igual) sino más bien ir disculparme, porque a partir de ahora, quizá tengáis más de un comentario menos (lo cual puede que os libre de perseguirme por las ramas quizá para cortarme mis alas de mosquito impertinente), y avisar que al mismo tiempo, no dejéis de daros por aludidos si alguna vez leéis aquí algo que de algún modo ya se os había pasado por la cabeza.
     Os pertenecerá, pero lo habré robado para los demás, por si pasan por aquí, porque será también mia. Es lo que tiene trabajar en equipo.
     Me gusta cambiar las cosas de sitio y ver qué pasa.


martes, 5 de octubre de 2004

On ne se voit pas dans la mer.

jueves, 16 de septiembre de 2004

Mi amor por la mañana

“La luz entra a raudales en esta libertad: no hay donde esconderse”

Me gusta la mañana porque es la hora más salvaje del día. La noche es demasiado humana, demasiado civilizada; la noche como gran evasión, es un producto de la civilización que en su imaginario ha hecho un símbolo de las criaturas de las tinieblas a las que o teme o a las que nunca ha podido alcanzar. El reino de la ambigüedad. En la oscuridad cualquiera puede escapar. Pero puestos a elegir, yo elijo el amanecer, y si no quiero dormir salgo también, pongo las mismas caras y bailo la misma música, disfruto y amo locamente sin duda, pero en el fondo no tengo mérito: secretamente espero como con un pájaro escondido en el bolsillo.

La evasión vendrá sobre los tejados cuando ya nadie espere, la ciudad, entre la agonía y la resurrección, se dará sin pedir nada a cambio. En la mañana todo se está levantando, las gallinas y las máquinas se ponen en marcha, hay gallos, cafeteras, hay desperezarses, erecciones, pataleo, luz, rabia... hay una enorme fuerza interior. Los ladrillos crujen al este al calentarse expuestos al sol  y al oeste las sombras tienen sus horas contadas. Lo que buscan ansiosamente la libertad en la noche duermen ya derrotados o creyéndose parte de una leyenda. Pero los gatos son demasiado egoístas, los murciélagos, ciegos, y por mucho que os esforcéis no os brillará jamás el culo como a las luciérnagas. Nunca llegaréis a ser como ellos. No os engañéis. Os podéis dar al imaginario, como todo moderno y pequeño Hommo Aestheticus, pero más allá de las mitologías, sois solo monos listos. Solo monos. Simios vestidos sin pelo. Y esas es la criatura que os ha tocado representar, también en la huida hacia la noche.

La gente me mira raro cuando les digo esto de que la mañana es la hora a la que me siento más libre, más salvaje, y me gusta, me siento más rebelde que nunca. Más al menos que las criaturas de la noche que me miran extrañadas.

Con la mañana tengo una especie de idilio como el que tengo con mi soledad... las necesito, aunque no cada día (levantarse a las tantas también me es un placer necesario)... solo de vez en cuando, lo suficiente para saber que las mañanas están ahí, que no me abandonan.

La mañana el sol es más blanco, la luz, a estrenar, la civilización que se levanta para engancharse a los engranajes del día a día. Algunos tienen tanto encanto, como las hermosas viejas verduleras que me dan los buenos días cuando corro a buscar el pan, libre como un pájaro en el frio momentáneo, mientras el resto que duerme la mona, se lo pierde: solo las bestias despiertan y corren en esa libertad solitaria que no necesita comprender nada, excepto que comienza el gran aquelarre de la supervivecia*. Podemos bailar cara a cara con las olas que ya no pueden ocultarse, untar el universo de tomates y aceite, o mirar fascinados el rocío y la bruma alejándose de la ciudad como asustadas de esta gran erección que descubro esperándome callada  como un niño en la víspera de un prometido viaje.

Si despierto, sonrío. Nunca comprendí por qué, pero me ocurre desde pequeño. Si ya estoy despierto, siento una secreta complicidad con el mundo... y aunque no me atrevo a decírselo, amo de un modo especial a los que me acompañan, probablemente buscando un café en el que echar amarras tras el viaje desde el fondo de la noche.

Por la mañana, temprano, siento que me ha tocado algo.

martes, 7 de septiembre de 2004

A veces te siento como un click de famobil sobre mi hombro, o una araña de patas fuertes y largas que se retuerce por los rincones y me atrapa sonriente, meciéndome lento mientras me habla de las cuatro gravedades unas con palabras otras sin ellas. Entonces cuando me mandas a por fotos de relojes de arena, garabatos de lorca... a mi me dan unas ganas locas de escribir, y se que no tenemos tiempo. Lo se bien. Pero me he escapado, otra vez, y volveré hacerlo ¿para qué vivir si no podemos escapar?.
Si no tienes un momento para esto es que no te queda ya nada. Alégrate, ya ves, no es mi caso.

domingo, 29 de agosto de 2004

Saluda, Frankie

"La sensación que experimentas encontrará la forma que necesita" -Jack Keroluak




Creo que expresarme es lo poco que hago bien en esta vida. Sino, al menos es lo que me hace sentir vivo. Todo lo que hago es expresión o expresa algo. Desde que uno tiene conciencia de Si mismo como de algo distinto del Otro empieza el juego, jueguen o ignoren las reglas, nadie escapa del tablero. Y no hablo de expresarse para que lo escuchen, no hablo de denuncia, ni de politica, ni de alta costura y confección ideológica. No soy lider de nada ni aspiro a convencer a nadie. No. Es más un medio. Algo sin lo que simplemente me moriría, me marchitaría rápido.
Sin embargo este blog ha estado un poco abandonado este verano sin vacaciones. No, no he escrito nada ni siquiera fuera de él, y he pasado muchas horas delante de esta pantalla. Solo que no me servía de las palabras.
Saluda FranKie.

sábado, 28 de agosto de 2004

Sin titular ni revisar

      La realidad supera la literatura. Estaba yo lavándome los dientes mientras pensaba en el post que llevo empezado desde hace días en la hoja de un papelito del hotel donde cobraban 9 euros la hora por el Internet (esto explica el retraso)… donde pasaba unos días “yo” decía “yo que he renunciado a Benicassim, a Santiago, yo que he dejado pasar a Morrisey (juju), a Bowie y a los Cure, a Almería, a Tarifa, a hacerme polizón el coche de un erasmus hacia Burdeos; a tantas excursiones y conciertos, a cabo de Gata, a todo en fin, no solo por un año académicamente desastroso, sino porque además no tengo un duro, apenas calderilla para echarme un café en Balneario (algo que por lo demás no he hecho)”...
      Un post en el que contestaba a la interrogante de cómo había llegado a verme inmerso en este mundo de complejos turísticos que imitan paraísos a escala 1/1, volcanes apagados tras derramar supuesta lava por sobre un supuesto pueblecito mediterráneo bien cercadito con playas de hormigón y estatuas pseudochillidescas entre las que nadar, sin olvidar el restaurante flotante… sobre el falso mar (la recepción en el volcan, bajo una cúpula de cartónyeso con un óculo de 4 metros casi tan grande como el Panteón de Roma).
      Un post en el que explicaba que acepto si es la única manera que han encontrado de hacer algo juntos en familia, pero que para mi, aunque soy feliz estando con los mios y no pago un duro (gracias de verdad), para mi, he intentado explicárselo, en verdad, el lujo es otra cosa. Un post en el que describía cómo me iba quedando dormido en una hamaca mientras pensaba en lo que de verdad me esperaba los días siguientes: montañas de ceniza, mares de lava seca, paisajes marcianos domesticados, viñedos sobre mantos negros, en playas de arena fina dorada, en olas de verdad, de las que salen en el Tres 60, y no esas pequeñas olitas que en mi ciudad son lo que hay y las esperamos como agua de Mayo a que las traiga le viento de poniente (al final fueron como las de casa, pero me dejaron una tabla y me metí).
      Esas cosas que son para mi el lujo, como el sol en la cara, cosas que no tienen precio, más que encontrar si se las busca, la terraza del Lisboa, o de madrugada las fuentes secretas de agua termal (siempre e tenido la tentación de hablaros de cierto lugar perdido no lejos de un pequeño aeropuerto de la península) calentada por el mismo calor que abrió la tierra y nos trajo Lanzarote, esta gran fiesta geológica, mucho mucho antes que la cadena Meliá Hoteles existiera…, esas cosas, en fin, tan tontas, “la fin de l’orage, au bord de l’ocean, 150 par l’autoroute, la premiére fois que tu la embrassée”, Doraemon, un libro con café helado, una bici, agotarse feliz, la siesta, y las menos siestas, todas las excusas para… y así en medio de todo ese decorado de paraíso a la carta esbozaba yo una sonrisa de complicidad conmigo mismo.
      Estaba yo organizando todo esto en mi cabeza para escribirlo cuando fluapfraaaaaas, se me sale el cepillo de dientes de la boca y me lo meto en todo el ojo, con pasta y todo. Durante la carrera al grifo (suelo deambular por la casa mientras me cepillo), noto como la pasta quema, y me acuerdo de mi prima que se la ponía para secarse las espinillas. Meto torpemente la cabeza bajo el chorro, tan torpemente que me doy con el grifo en la sien. Desisto, me saco la camiseta y meto medio cuerpo en la ducha, boca arriba, apoyando la base de la espalda en el borde de la bañera, con esa torpeza ridícula y genial que solo me viene cuando estoy solo. Y mientras el chorro me limpia la mierda del Colgate Gel, me lamento de no tener esta noche a nadie que pueda reírse de lo que me esta pasando. Así que subo las escaleras y os lo suelto sin mirar el pequeño papelito de marras.






jueves, 5 de agosto de 2004

Tengo una mona que ríe poniendo guiones al tiempo.
Empezamos la cuenta atrás

Desnudos en la pocilga de los juguetes
Escondámonos tras el humo del deseo
Sentados en un escalón de una pequeña calle del Zacatín
Eliminemos el olor del pasado
O pupitres o salas de cine

Hagamos el amor mientras el amor nos hace
Antes de verla entrar ya me pregunté muchas cosas
Salta y yo cuento tus saltos
Tentación a tientas a todas
Ahora es el momento

Luces
Andemos sobre nuestras sombras

Mentimos para ganar tiempo pero ya es inevitable
Úntame mientras te oigo
Estado de gracia
Reúne mis pedazos y devórame
Tumbado uno no se da cuenta
Empecemos




miércoles, 4 de agosto de 2004

Muy oscuro

     La primera vez que alguien me habló de esta sensación, lo hizo para justificarse por haber estado de lo más escurridizo de todos durante unos días.
     Efectivamente, unos en estas ocasiones se cierran en si mismos, no llaman ni ven a nadie en todo el día, se lo guardan y esperan hasta que se pase. Otros hacen justo lo contrario, volcándose en los demás como exorcismo ocupacional. Otros lo comparten. Otros son un poco coñazo. Otros se rulan otro mientras lo piensan. Otros lo mezclan. Otros cargan con lo que encuentran a su paso. Otros dejamos de escribir y de hacer esas cosas que nos harían expresarlo. Quizá porque nos parece feo... presuntuosos como si pudiésemos decidir lo que es o no la belleza.
...
     A veces tengo miedo de que algo pase. Y entonces, cuando veo que no ocurre absolutamente nada, me angustio: me doy cuenta de que, tras este miedo, el pecado de no desearla es lo que lo que hace que la Vida sea más o menos áspera o suave al pasar rozando.
     Por eso me lanzo unos minutos a escribir sobre este teclado.

viernes, 23 de julio de 2004

Carnets

     Yo también llevo conmigo una libreta de apuntes.  En ella dibujo y escribo lo que veo, lo que me ocurre, lo que pienso, lo que me da la gana…  No es el lugar donde empiezan los relatos o los proyectos, pero algo de ellos hay…  apuntes, comentarios, croquis, visiones y pensamientos que luego pueden formar parte de un relato, un dibujo, un proyecto, o no, como en una despensa o el frigorífico de la cocina: lo que aquí se guarda puede ser el comienzo de algo, algo para añadir o algo para comerse entero si entra hambre… 
           Material de construcción en suma.
           …Luego la obra es otra cosa y los borradores, que son esos trocitos de papel que llevo siempre en el bolsillo por si las moscas y rollos de papel croquis (tan cutre, ruidoso, translucido, sucio, deformante incluso… mágico).  No son parte de las libretas, sino de cada proyecto, y aunque se de por terminado, casi nunca los separo del todo.  A no ser que sean sensiblemente feos y no sirvan para nada, entonces los tiro.
           Por culpa de estas libretas a veces me he planteado yo también una cuestión: ¿uno escribe y dibuja para poseer ese algo de otro modo se le escaparía?… ¿uno escribe y dibuja por miedo a perder, a no vivir lo suficiente?
           Cuando viví en Francia, recuerdo que llevé un cuaderno con mucha ilusión, procuré terminar el último en la fecha para empezar uno nuevo allí: iba a ver un montón de cosas, iba a estrenar un modo de vida, iba a cambiar de aires, a improvisar, a sumergirme inevitablemente en lo inesperado, en un lugar en el que era nuevo, lo cual es el privilegio de no tener pasado…  algo me decía, y no sin razón, que aquel iba a ser uno de los periodos más intensos de mi vida, y eso me hacía pensar que llenaría aquella libreta de dibujos y de reflexiones. 
            Apenas rellené 20 hojas. 
            ¿La intensidad de la vida es inversamente proporcional a la necesidad de crear registro y reflexiones de lo que ocurre?..   quizá. 
           Es cierto que cuando uno escribe, revive, registra, revisa lo que ocurre, concreta y matiza los recuerdos, escribir es una forma de asimilar, de pensar y moldear el pensamiento.  También el dibujo es una forma de posesión.  Ya no vería nunca más tu mano, por ejemplo, como una mano anónima después de dibujarla, ya conocería las líneas que la componen y el modo en que gira y se alabea, las curvaturas, mediría al repasarlo con el lápiz cada pliegue de la piel, algún lunar… el encuentro entre uña y carne, quizá,  partes de tu en las que ni siquiera tu has reparado, para dibujarlas o no, para entender si las necesita o no el dibujo que intento hacer de tu mano. Dibujar es conocer, dibujar se parece mucho a tocar…. Con la ventaja de no estar prohibido.  
            Sin embargo, dibujé poquísimo, y escribir, lo que es escribir, escribí un montón, pero todo eran proyectos, poemas, cuentos, textos de lo que nada, absolutamente nada hay reflejado en el cuaderno. Hubo un par de meses en los que estuve muy productivo… recuerdo que un día que llegué a ver aquellas moscas deslizándose bajo la superficie del aire de las que habla Baudelaire, consecuencia, según él, de la inspiración verdadera. Deliré un poco, he de confesarlo.  Pero que vi las moscas no me lo niega ni el Cobra.
            Mientras tanto el cuaderno se me aburría en el fondo de la bolsa.
            Llegué a preguntarme si no tendría esto algo que ver con el hecho de llevar cámara digital (lo cual me hacía dibujar mucho menos), o al hecho de que las proporciones del cuaderno (10x21) en verdad no se adaptaban a la forma habitual que les doy (14x20, la tomé directamente de las medidas del bolsillo del muslo del pantalón) cuando encuaderno entre dos cartones todo este papel en blanco que nadie quiere. Puede parecer una chorrada pero el cambio de proporción cambiaba totalmente mi manera de encuadrar, de mirar.  Tenía que ser muy horizontal, muy vertical, escribir en largas líneas o pegar un salto cada vez, o sencillamente hacer los dibujos cuadrados y pequeños. Aquel cuaderno y yo no nos entendíamos.
Sin embargo, lo que pensé en verdad, lo que en realidad me preocupaba, fue que quizá mi amor por mis libretas estuviese en una crisis de esas que hay en cualquier pareja, crisis de las que algunas parejas ni siquiera han salido juntos: Estaba solo y me encontraba bien, mi amor se enfriaba. No la necesitaba, la vida me parecía tan intensa que los recuerdos se imprimían a hierro candente…  estaba tan lleno que no podía apretar más, incluso se me salía por la orejas y me lanzaba a escribir a veces como quien se lanza sobre un piano después se subir por la calle tarareando un melodía.  
           Mientras la libreta se me pudría en el fondo de un zurrón, yo a veces me daba cuenta y no me gustaba la situación.
            Pero algo me decía que las épocas que más me habían unido al cuaderno no habían sido poco intensas, es más: las recordaba cierto frenesí, emoción, la misma felicidad imponente y desasosegada. Quizá la vida que llevaba entonces revolucionaba partes de mi que si encontraban su forma de transmitirse en una libreta, así que acabé por pensar que en el años que pasé en Francia, mis revoluciones no cabían en tinta y papel, su destino simplemente no era ese.
           Que, en definitiva, que no era cuestión de intensidad ni de amor por los momentos.
           Sin embargo a veces seguía dando vuelta a la cosa una y otra vez: ¿era que lo que ocurría no era suficiente para dejar marca en el papel, o era que el papel no era suficiente marco para recogerlas? O más allá del simple dilema: ¿por qué escribimos unos momentos y no otros?
            No lo se, aún me queda la duda.  Simplemente a veces uno escribe, dibuja y otras no lo hace. Pero la vida antes, la vida, no se detiene, no espera.  Así que no me voy a acojonar por escribir o no hacerlo, no voy a comerme la cabeza, a preguntarme si soy un hombre poco vital que tiene que registrarlo todo para sentirlo o no escribir ni dibujar nada porque nada lo marca realmente.  Ni todo lo contrario… 
Haz lo que quieras, me digo y miro mi cuaderno, que tampoco ha crecido mucho aunque mi vida este año ha discurrido entre etapas de mucha o de casi nula intensidad (de hecho, el blog me lo abrí para no quedarme sin excusas). Haz lo que quieras…  me digo, y siento algo en las manos a medio camino entre la sed y el dolor, agujetas de no hacer nada.  Me lo están pidiendo: creo que debo ponerme a dibujar pronto o me va a dar un limaquillo.



viernes, 16 de julio de 2004

                  La otra noche vinieron Paco y Alvero. Apenas acababa de retomar mi trabajo cuando se escuché sus voces graves acercándose por el pasillo. Para cuando irrumpieron en mi habitación yo ya había aceptado estoica, alegremente, que esa tarde no volvería a trazar una sola línea, así que abandoné mi puesto e trabajo para dedicarme a un par de amigos que había echado de menos durante una larga semana. 
                 Más tarde, a la hora de irse les dije que los podía llevar, que me apetecía dar una vuelta en coche y que con esta lluvia no iba a dejarles cruzar media ciudad. 
                 Pero la verdad la diría Alvero un poco más tarde. 
                 El precio de recibir visitas de amigos a los que has añorado, era no volver a trazar una sola línea de mi proyecto. Abandonar el tiempo que ya había creído mio a fuerza de haberme adaptado a él, de haberme organizado… pero aquella tarde fue como si cayeran los botes de pintura sobre un lienzo inesperado. 
               Yo salía ganando en cualquier caso. Y Eso lo sabe quien conoce a Paco y a Alvero. 
               El precio de llevar a dos colegas a casa, evitándoles una caminata bajo la lluvia es que el de acostarse más tarde que cualquiera de los dos. Pero no me acosté una hora más tarde sino dos, quizá tres.

-Me he pasado tu calle, ¿tiro par adelante?
-Tira para adelante,d a igual, da un rodeo, así tardamos más tiempo.
 

              …y así fue como Alvero retrató en palabras la otra noche. 
             Cuando llegamos a su casa aún nos echamos dos horas hablando y dos cigarros, unos con el motor del coche encendido y los otros, con el motor apagado tras darme cuenta de que llevaba una hora parado con el motor en marcha. 
           La amistad comprime y estira los tiempos como si de un acordeón se tratara, pero no suena como un acordeón sino como la otra noche. 
          Y si me niego a callar ese murmullo cuando suena, abandonando el trabajo y mis planes de futuro, mi tempo cotidiano y controlado que me da seguridad y me hace sentir un buen chico, es porque luego se que he hecho bien: El tiempo me lo dice, a la vuelta, cuando otra vez estoy solo..   además, pocas cosas hay en la vida como buscar aparcamiento por las calles viejas de la ciudad, de madrugada y bajo la lluvia mientras suena Something in the Way por la autorradio.

jueves, 15 de julio de 2004

   Este no ha sido un buen año. Este año me han robado, traicionado, humillado, mutilado por dentro, he sentido como de me secaba el corazón y cómo se me hinchaba el bazo, pues también me he tirado enfermo un par de meses.
  Este año he tenido que descubrir lo que ya creía conocer, que enfrentarme cara a cara con la miseria humana, la tristeza, la enfermedad, la frustración, la mala voluntad, la mala leche, la pobreza de espíritu, la mezquindad, la hipocresía y la “gilipollez humana sin límites”…. Como nunca en mi vida hasta ahora… aunque se que habrá una próxima vez, ahora lo se, y que entonces será peor… pero ya lo se, y estaré preparado, Menid por mi, merluzos.
  Es verdad que me han pasado cosas buenas, pero haciendo balance, le verdad es que vuelvo a la cueva de la que bajé transformado en un hombre un poco menos inocente, un poco más desconfiado, un poco más miserable, y con ello más libre aún. Más. Jejejeje… si, más libre… ¡aún!... uaaaaaaah jajajaja (imagínese en este punto mi silueta recortada por la luz de un rayo tras de mi haciendo “rataplanplan rataplamplam”…) aaaaaaaaaaajajajaja.
   (Sigue tocando Trent… ).
  No. Este año no ha sido un buen año, pero así, mirándolo de culo ya, mientras se aleja me digo… y lo bien que me lo he pasado.
  (...No dejés de tocar, Trent, así, m m m mmmmm mmm ... mmmmm mm mm... me nooow... mmmm)

lunes, 28 de junio de 2004

Something in the way

    Anoche viniendo del camino de Huetor vi dos siluetas como dos letras enes muy estrechas que saltaban alegremente caminando por la carretera, sin que se pudiese saber si caminaban conmigo o hacia mi … al acercarme yo, sin acelerar la marcha se fueron desviando hacia un lado del camino, eran dos perros que seguían mi misma dirección.
    Uno de ellos molesto por la luz se fue subiendo por un terraplén, el otro justo antes de seguirlo, giró su cuello un momento y me miró. Era un galgo, y sentí en su modo que mirarme que él sabía que era galgo y como tal, un personaje en el Quijote, secundario pero no por ello menos simbólico, quizá más. Me miró con tranquilidad, como si no pudiese sorprenderse de mi asombro ya, con simpatía y algo de cansancio... cierta sabiduría, en fin, de galgo flacucho y pachorrón: La consciencia de mi mitología de la que nunca se podría librar.
    Sentí por poner un ejemplo, lo que se debe sentir al ver a la Rollins Band a punto de desaparecer por una esquina y que de pronto el mismo Henry Rollins
se diese la vuelta un segundo para mirar a los ojos de quien los sigue con la mirada.
    Y sentí un enorme respeto hacia él.


domingo, 20 de junio de 2004

Lo brutal y lo sutil.


          Trazar a mano alzados una línea recta es como pegar bien un puñetazo: no se debe mirar el propio puño sino el objetivo al que se dirige.
           Pruébenlo y verán que tengo razón.
        Lo del puñetazo me lo enseñó mi primo Carlos cuando le confesé que nunca en mi vida me había pegado con nadie. Él, preocupado de que un día necesitara defenderme, quiso darme una lección de cómo de endiña un buen puñetazo.
          Lo de las rectas lo deduje en los primeros años de ni carrera de arquitectura cuando, corroborando las enseñanzas de Carlitos, me di cuenta de que cada vez que veía el punto donde debía detenerme la línea me salía mucho más recta. Incluso llegué, a falta de él, a dibujar yo mismo el punto con un rápido movimiento del estilógrafo, para luego echar a correr a toda velocidad sobre el papel sin dejar de mirarlo. Es corta y bastante sencilla, pero me gusta esa carrera.
        “La geometría es tan hermosa”, me digo a veces alucinado ante lo que un puñado de líneas puede servir a mi imaginación, pero sin dejar de acordarme cada vez de mi primo Carlos ejemplificando puñetazos en el aire contra el sol de la tarde de aquel agosto. 
      Todavía lo recuerdo cada vez, es un tic, el trazo y la memoria están ligados ya para siempre. Llevábamos toallas atadas a la cintura, aun nos quedaban gotas brillantes sobre la piel, pero aun así no hicimos caso y nos sentamos a ver la tele mojados mientras mama preparaba la cena. A su lado yo parecía una piltrafa, él pesaba, medía, y ligaba al menos el doble que yo.

lunes, 7 de junio de 2004

Samantha se ha ido a la 1… Me ha dicho "sta pwrontow" y ambos hemos preferido no esperar a que el bus salga para dejarla. Samantha cogerá en Madrid un vuelo que la llevará a Chicago, de ahí a Frisco y de ahí un coche hacia un pequeño pueblo llamado Chico.
Viajará con el sol.
Samantha viaja con el sol, por lo que cuando llegué allí, será el mismo día en que salió, pero ella será 9 horas mas vieja. Y cuando el Viernes me llamé, yo cogeré el teléfono desde el Sábado, y le preguntaré si se da cuenta ahora de cómo es todo tan grande en América.
Samantha llegará el mismo día en que salió pero 9 horas más vieja. El tiempo no habrá pasado más que por su cuerpo encerrado en el cielo. El tiempo se habrá perdido por un agujero del cielo de 400 plazas. En una carrera contra el sol a través de dos continentes.
Me vienen muchas formas a la cabeza para expresar el vacío. Pero creo que ninguna es tan gráfica como las 18 horas que Samantha envejecerá dentro de una máquina que cruza un océano sin que ella pueda apenas darse cuenta…. Para salir en un mundo que en el que solo han pasado 9.
Yo por mi parte regreso a casa con esa resaca amarga y dulce a la vez que me dejan las despedidas, con todos los “vaya se me olvidó decirle” y todas las cosas que nos han pasado en los 9 meses que vivimos juntos. Cuando llego a casa he repasado 9 meses lentamente, cuidando detalles que quizá antes no remarcaba… lo cual solo me habrá tomado el tiempo tres canciones de Guns and Roses que he tarareado hasta gritar y pegar emocionado el volante.
Me apetecía mucho algo realmente Americano.


sábado, 5 de junio de 2004

Tengo el cerebro sorbido y las alas chamuscadas. Gracias papa, gracias mama, gracias mundo.
Volveré a alzar el vuelo, porque es mio y solo mio y lo defendre con uñas y dientes.
Nothing will stop me so, when I won't care anymore.

jueves, 3 de junio de 2004

      A veces uno se encuentra con personas que están, sencillamente, por encima de la línea en la que todos estamos, o al menos deberíamos estar, virtud de ese algo que tiene que ver con la bondad, la simpatía y la inteligencia, dulcemente conjuntadas, el entusiasmo, la mesura, lo amable, la sencillez, la proximidad, y sobre todo la Luz....
      Nos conocemos desde hace poco tiempo, pero la primera vez que hablé con mi amigo Alex, me di cuenta de dos cosas: la primera es que iba a ser mi amigo, y la segunda, que era superdotado. Que estaba por encima de esa línea, ligeramente por encima al menos y por lo menos lo suficiente como para ser una de esas personas que siendo como son te invitan también a ser mejor.
      Hoy he ido a ver a Alex tocar en un bar, y mientras miraba sus manos entre trastes y escuchaba su voz, pensé que se confirmaban mis sospechas.
      Es probable que Alex lea lo que escribo en este momento, así que aprovecharé para decirle que pocas cosas me han alegrado tanto este día como que me dijera que me lee y que le flipa lo que escribo.
      ¿Así cómo va a faltar uno al respeto a la vida y dejar uno de hacer lo que le gusta?
      Por ti va este post después de unas semanas sin postear.


martes, 25 de mayo de 2004

Puente

      Hoy he pasado por el puente de piedra. Abajo la tierra estaba seca, resquebrajada, y sus pasos estaban ahí inmóviles, sus surcos de haberse lanzado en el barro como para parar un balón, solo por disfrazar con otra figura el placer de lanzarse al barro. Sus huellas estaban allí, y en más de una me ha parecido ver sus pies hundirse y volver a salir con esfuerzo y risas contenidas.
      Dicen que en la luna no hay viento, que las huellas del Amtrong se quedaron ahí y ahí siguen... (sin embargo... ¿no ondeaba esa estúpida bandera?) Si hay cambio de temperaturas el aire, la atmósfera al menos, circulará, supongo que habrá vientos. Pero esa no es la cuestión. Si uno no puede subir a ver la huella después del tiempo, la verdad, no se por qué armar tanto escándalo aquí abajo por un zapato rechoncho en la arena.
      Sigue allí el rastro de aquella tarde, los gritos en mi cabeza, los bailes, alguna miraba, alguna señal entre cabezas anónimas a 25 metros que separan dos universos... sigue ahí y me recuerda a las huellas que estudian en los documentales de la segunda cadena, intentando buscar la identidad, el significado, las costumbres de la bestia.
      He pensado en un par de curiosos haciendo especulaciones ante los ojos atónitos de los nativos indiferentes que van ha hacer sus compras, a sacarse el carnet, a poner gasolina o a votar... y me he alegrado enormemente de haber sido comprensivo, empático, envidioso, cómplice... delciosamente apátrida.
       Aunque ellos estén ahora porbablemente por la misma ciudad haciendo lo que todos hacen.



hace tiempo que no llueve

domingo, 23 de mayo de 2004

      Cuando uno se encuentra con el pasado, puede sorprenderse, hasta incluso tener verdadera curiosidad por si mismo.

      He encontrado esta frase en un papelito que lleva meses dando vueltas por el cuarto.
      Estaba escrita junto a un número de teléfono, pero con bolígrafo distinto, con lo que, dada mi costumbre de llevar papelillos en los bolsillos donde voy apuntando los números de teléfono y las cosas que debo o quisiera hacer cada tarde, todo por la vaguera brutal que me da quitarme el macuto, ponérmelo delante, abrirlo y buscar la agenda, no teniendo sino mis planes dispersos por todos los recortes del bolsillo, que voy sacando al azar para apuntar una dirección o un número de teléfono que a lo sumo se quedará dando vueltas por mi cuarto como este papelito que tengo aquí y en el que pone…



“ese estado donde se tocan el haberse resignado a esperar y el no esperar nada”,



.

…, en fin, me es imposible ubicar la frase, recordar si la escuché o la leí en algún sitio.
      Está claro que me impresionó y que en aquel momento la entendí y la cogí y la guardé por si la pudiese necesitar, supongo, porque si no, ¿qué coño hace esta frase en la esquina de un prospecto escrita de mi puño y mi letra?
      Quizá si llamo al número de teléfono que hay encima...


sábado, 22 de mayo de 2004

...de memoria.

Asombrado del mundo alcancé una edad
En que daba puñetazos al aire y lloraba solo
Escuchar conversaciones de hombres y mujeres
y no saber que contestar no da mucha alegría.
También esto pasó: ahora no estoy solo
Y si no se qué contestar puedo prescindir de ello
Encontré compañeros encontrándome a mi mismo.





-Cesare Pavese, Antepasados.



miércoles, 19 de mayo de 2004

Construcción

       Quien no es capaz de ver el poder poético de la construcción, no es arquitecto, del mismo modo que quien no cree en la capacidad de un idioma de sostener un poema, no puede llamarse poeta. Podrá ser un artista, podrá ser sensible, pero nunca un poeta, y si dice llamarse poeta no será más que un charlatán.
       Picasso, Kupka o Matisse, no empezaron a experimentar con su lenguaje de formas más o menos abstracto, sin antes haber aprendido a dibujar, a representar las formas tal y como las veían sus ojos y controlar los medios para permitir que esas formas y esos medios se expresaran a través de sus manos por si mismos... y aprender de ellos. Solo cuando los dominaron se lanzaron a pintar el mundo a través de su pensamiento, su extraña lucidez, de su propio leguaje de lineas y opacidades.
       Nunca me gustó la contrucción, pero creo que la quiero ya, la quiero, y hoy la busco y le pregunto cosas, le pido que me sostenga, y, a cambio de no derrumbarme y le doy lugar, sentido, dignidad, le doy salidas útiles, estéticas, vitales. No le niego ni un ápice de realidad, como ella cuando me hizo redescubrir mi sensualidad poniendomela al frente de mis ojos, bajo mis pies, tras de mis manos... en un mundo que se descompone en la virtualidad globalizadora, desarraigante y el cyberfanatismo feroz. Desde que descubrí la arquitectura follo mucho mejor, escucho más flamenco, y quizá incluso tenga que ver con que en este momento quisiera tocar este teclado como tocan los músicos las teclas de un piano.
       Que lo consiga o no, hoy da igual, es cuestión de práctica, un poquito de fe en mi mismo... y que no me pille un autobus.
       Vaya, que mientras me dejen el tiempo...
       Cuidado con los charlatanes.


sábado, 15 de mayo de 2004

        El otro día recibí un extraño código de la bellísima y perversa científica… ciertos detalles que o bien no entendía o bien no sabía interpretar o bien no quería, así que lo he llevado al jearcuaic a que lo analizaran.
        Los resultados fueron tan extraños como sorprendentes y en realidad no faltos de una desconcertante coherencia… desconcertante para nosotros como para ella.

Despacho espiral geodésico, en algún lugar entre el extremo punta de una diagonal y el otro extremo, sin pasar por ella, ocho treinta de la mañana.

        -Golfo, debe usted dejar ese caso, ya no está en sus manos.
        Al principio, me dolió. Me había encariñado con ella, y con el mundo de sus experimentos, casi prefería salvar el mundo de una mujer extraordinaria, que de cualquier otro horrible villano de poca monda., no por el mundo, sino por ella. Nuestra lucha acabó por hacerme sentir digno de mi misión, de su entrañable peligro…
        Luego, empecé a pensar que, después de todo, igual no estaba tan mal no tener que vérselas por siempre con ella, de un modo u otro, mi efectividad se veía amenazada por nuestra inevitable atracción, simplemente, sentí curiosidad… ¿Cuál sería el próximo villano?... algo nuevo, en fin, el futuro se me venía encima como una sinuosa incertidumbre con un punto abajo. Como bien muestra este gráfico.

?


        Pensé que quizá ese punto es lo inquietante se un símbolo de interrogación, y que a veces siento que en el futuro de mi misión contra la perversa y bellísima científica, a veces, se había perdido, que de algún modo estaba en manos de otro. No mejor que yo, sino en un mejor lugar, en un mejor momento… Nos conocíamos demasiado, nos habíamos acostumbrado, ya no esperábamos a penas que llegara a triunfar, ninguno de los dos...
        Sin embargo:
        -Golfo, tiene usted mala cara ¿se puede saber que está pensando?
        -Usted no la ha visto, señor
        -Déjelo ya, Golfo, esta no es ya su guerra…
        -Cállese usted, señor, no sabe de lo que está hablando, usted no lleva años enfrentándose a ella, usted no ha caído en sus manos… ¡Usted no la ha visto!
        Salí dando un portazo y sabiendo que la primera medida de control para el caso de la perversa y bellísima científica sería retirarme los dos ceros.


        Más tarde repasando el nuevo dossier, me di cuenta de dos cosas… la primera es que la vida es imparable. Y dobla las esquinas tan rápido como si pasara de un punto a otro en línea recta.
        La segunda, que en el fondo, y aunque salvar o no al mundo de la perversa y bellísima científica y sus terribles y encantadores experimentos ya no era mi responsabilidad … albergaba la esperanza de seguir sabiendo de ella aquí y allá, que había comprendido, en verdad desde hacía mucho tiempo, que aunque el mundo no lo entendiese, su presencia en la tierra me era vital como mi secreta aliada mientras continuase haciendo de las suyas manteniendo a raya al Terrible Ejército de los Carcamales.
        Entoces dejé los papeles a un lado, para encender un pito y fumar lentamente, mientras recordaba sonriendo su espectacular cabellera… castaña.
        Te pillé.

viernes, 7 de mayo de 2004

A Jaques Prévert II...




      "Puedo dominar el fuego, pero no puedo crearlo.” -dijo un X-men. Todo superpoder tiene su precio, pero este es especialmente caro… me dije yo acordándome de aquel Paris at Night.

Trois allumettes une à une allumées dans la nuit
La premiére pour voir ton visage tout entier
La seconde pour voir tes yeux
La dernière pour voir ta bouche
Et l'obscuritè tout entière pour me rappeler tout cela
En te serrant dans mes bras.

(Tres cerillas prendidas una a una en la noche / La primera para ver tu rostro entero / la segunda para ver tus ojos / La tercera para ver tu boca / Y toda la oscuridad para acordarme de todo esto / estrechándote entre mis brazos)

      Pocas veces he dado con un poeta por el que sienta la simpatía, la afinidad en verdad como la que siento por Jacques Prévert. No solo por que sea un buen poeta. Hay muchos buenos poetas, y mejores quizá. Felizmente.
Pero no es por la calidad, sino, por algo más, algo suyo, algo nuestro, o entre los dos… Quizá se a por el modo en que blasfema sin dejar jamás de tener, hacia la vida, hacia el mundo, esa devoción casi religiosa.

Pater noster qui est dans le ciel
restez-la
que nous nous resterons sur la térre,
qui est, de foi, si jolie

(Padre nuestro que estas en el cielo / quédate allí / que nosotros nos quedaremos con la tierra / que es, a veces, tan hermosa… Mi sueño sería ir a una iglesia y darle el cambiazo al Padre Antonio, justo antes de la misa. Está claro que el tio se lo sabe de memoria, pero se también que es muy perrillo, y que a veces mira el papel porque pierde el hilo, entonces... no me imagino con los brazos abiertos delante de un bario entero, la cara que pondría).

      Del mismo modo en que se rie del amor que en verdad profesa, persigue, al que canta, aguarda y respeta… al que se toma con ligereza al mismo tiempo que permite entrar a raudales e inundarlo todo irremisiblemente.. Lo que muestra sin tapujos, lo mismo en imágenes teribles, que en pequeñas declaraciones sin importancia aparente…

“J’aime mieux tes lévres que mes livres”

(“me gustan más tus labios que mis libros”… que en francés suena casi igual. Entiéndase la magnitud de una declaración así viniendo de un literato)

      p Será por esa sencillez y esa humildad, que solo he visto en Benedetti, Vian, y Gloria Fuertes...
O quizá también por ese vitalismo, redencial pero sin tristeza, trágico pero sin cuentos chinos ni rollos macabeos. Sin perder el tiempo. Quizá por cómo puede ser irónico pero dulce, generoso pero despiadado… incluso en la generosidad. Quizá porque su irreverencia no es más que declaración de sumisión total a la vida. Y su desesperación un juego que debe jugarse con alegría dado que ya estamos dentro y perdidos.

Cuando el leoncito come
La leona rejuvenece
Cuando el fuego reclama su parte
La tierra ruge
Cuando la muerte le habla del amor
La vida tiembla
Cuando la vida le habla de la muerte
El amor sonríe.

      …es una buena influencia, este señor, y cuando estoy triste, le hecho un ojo, y me quita el peso, me hace sentir que en verdad la vida hay que tomarsela con humor, y que “la mejor manera de persistir en algo, es no prestarle demasiada atención, tratarlo todo con ironía, especialmente las cosas que te resultan más queridas. Así hay más oportunidad de que sobrevivan”. (esta es de un compositor… no se cual).

      Y asi me pasaría yo post y post y noches enteras braseandoos a todos con Prevert y todo lo que me recuerda, lo que me liga a él, y más y más Prevert. Pero solo voy a contar una anécdota.
      El otro día estaba yo aporreando a solas la guitarra antes de irme a dormir, en ese momento en que sin dejar de cantar, sueltas las cuerdas y le echas mano sonriente al cigarro que tienes en el cenicero… como si tras de ti, sentados contigo en el salón, hubiese una banda entera que aguarda tocando, manteniendo el ritmo… bobon bobón. Mientras medio cantas medio hablas entre una lenta calada y un sorbo de vino.

Si jamais
je perdait
Tes yeux
Ta bouche
Ta voix, mon amour
Si jamaaaaaais me manquait …
tout ça….

      Bobón, Pues me ocurre últimamente que por pura costumbre , bobón, o por que mi chip de lengua extranjera no tiene tanto espacio como, bobón, quisiera, cuando me quedo en blanco con el poco practicado inglés me da por improvisar en francés. Bobón. A lo que salga, como aquella noche que me pilló Prévert, bobón, tocando The house of the rising sun…

Si jamaaais
je perdait
ton visage
ou tes mains
(C’est pas si grave.. tu sait, ma belle?)
Il me restent
mes aaaaaaaaaaaaaaaaallumettes !!!!!

(si alguna vez perdiese tus ojos, tu boca tu voz, si alguna vez , me faltara todo eso... si alguna vez perdiese tu cara ou tus manos... no es tan grave, ¿sabes, mi guapa?... Aún me quedan mis cerillas).

(tóquese una última vuelta con rabia, alegría y los dientes apretados de felicidad, acábese con un pequeño espasmo de entusiasmo eléctrico y levántese la copa al final diciendo: "merci"… y si del ojo les sale un guiño, aunque esten solos en la habitación, no se preocupen, no lo repriman, sean generosos, es tarde ya: no se avergüencen por nada, y mimen sus cerillas... nunca se sabe).



martes, 4 de mayo de 2004

A Jaques Prévert.

      Estoy en mi salón. Acabo de cenar y fumo tranquilamente escuchando fados. Tengo velas en la mesa, en un candelabro que rescaté del mercadillo. Una ess naranja y la otra azul. Sobre la mesa hay también una aceitera granadina, libros, un juego incompleto que inventaron en algún país árabe, un salero y una pimientera, un objeto que no se para qué sirve, por casualidad un amigo me lo ha regalado esta tarde… me dijo que cree que es una lámpara para bicicletas… y así objetos varios que en su mayoría he rescatado de la brocante solo por divertirme. Me gustan esos objetos porque parecen guardar una historia desconocida, un algo misterioso que yo continuo al llevármelos a casa.
      Hay una luz muy agradable, baja, como las velas sobre la mesa baja, y el flexo que he puesto en la esquina, mirando a la pared tras una planta que robaron mis compañeros de piso; el conjunto da una luz deliciosa. Sobre el sillón de mimbre hay un manto de pieles sintético de un rojo fuerte, propio de un burdel de última generación y bajo presupuesto, decadente, encantador, bastante pop. En la clausura de la chimenea hay recortes que arremeten contra los Estado Unidos, chistes llenos de ironía y juegos de lunas y estrellas. También una foto de una chica que sonría muy cerca de la cámara y otra de un lavadero con tres butacas de cine y unas botas. Sobre la chimenea, un espejo, incienso, lápices de colores, pastel y acrílicos, vasos de un restaurante chino de esos que cuando se llenan de licor dejan ver una foto erótica, una farol, una vela mangada del monasterio de Le Corbusier, cubista, moderno, rompedor… el monasterio, claro, el círirio es de lo más normal. Botellas vacías con restos de otras velas, copas llenas de papel de fumar y facturas de electricidad. En las paredes hay afiches que voy encontrando por la calle: teatros, conciertos de rock, de reagge o de música francesa, y un cartel muy divertido en el que sale un muñequito con una bandera en la mano bajo la leyenda que dice: Zozzo President!... Algunas fotos, unas nuestras, y otras recortadas de cualquier parte, y sobre el sillón más grande de la casa hay colgados un montón de dibujos que hicimos hace tiempo… jugando a hacer seres extraños en grupo. Uno hace una cabeza, dobla el papel para esconderla y la pasa, el siguiente hace un cuerpo, otro, las piernas, los pies… el resultado es bastante sorprendente. Hay algunos de estos engendros que parecen una verdadera obra maestra de genética a lápiz blando, otros, simplemente me gustan porque en ellos puedo reconocer los trazos de Cylla y de Micael o las siempre sorprendentes ideas de Quintín.
      Otra de las paredes, frente a la chimenea, tiene un inmenso tapiz con un sol, unas estrellas y lunas, todo en tonos de blancos, cremas y rojo, en el suelo, una caja de frutas hace de mesilla para revistas, postales a medio escribir y papelotes varios. También hay plantas, una de ellas según me dijo una amiga, es una planta de primavera, una de esas que florecen y luego se mueren, y luego vuelven a florecer. Tenía razón: la planta se ha muerto, pero muerta y todo no deja de poner de su parte en el ambiente de la habitación. La otra planta es un arbolito en una inmensa maceta azul cobalto. Con otra macetita dentro y un muñeco verde con alas. Creo que es Meter Pan. Por la moqueta, las All Star de Laure, las chanclas de Micael, un reloj a pilas, las instrucciones del teléfono eternamente abiertas por la página del contestador, una balón de fútbol y una lámpara de pie, a la que le hemos puesto dos corazones de lana a modo de ojos… en alguna fiesta hemos bailado con ella entre risas. Aún llena de luz, siempre me ha parecido que tiene una expresión melancólica; un cenicero de los años sesenta, de pésimo gusto, pero muy divertido, una Barbie, y un Action Man que mica compró para un trabajo de la escuela y que hoy miran abrazados el infinito, el tostador sobre unos papeles de colores para que no caigan las miguitas al suelo, una esterilla sobre la que está la mesa, un cenicero de madera como medio coco, una carnet, papel y lápiz marrón, y yo mismo, fumando tranquilamente, silbando el fado y escribiendo en el portátil junto a las velas, los libros, la lámpara de aceite, el juego que algún día completaremos con canicas, y todas esas cosas en su mayoría rescatadas del mercado de Saint Michel, que nadie quiere, pero que decoran mucho solo con dejarlas de cualquier manera sobre la mesa… las llaves no, las llaves son de casa.
      El resto de la moqueta está libre, la habitación es grande, hay mucho espacio para tumbarse tres tios por lo menos o para bailar, y dos grandes ventanas sobre un jardín que no es nuestro pero que queda muy bien debajo de nuestras ventanas, dos inmensas ventanas.
      Es todo tan hermoso aquí, la casa y esta música, y lo que acabo de escribir, y escribir mismo, mi voz baja, que surge en el silencio entre canción y canción repitiendo lo que escribo como una íntima letanía, y fumar a esta luz débil y cálida de un domingo cualquiera por la noche.
      Es todo tan hermoso que de pronto no me importa que entre tu y yo no hayan ido bien las cosas, al menos no todo lo bien que podrían… después de todo, creo que no soy yo precisamente quien se está perdiendo un paraíso.



Burdeos, primavera de 2002

domingo, 2 de mayo de 2004

Anoche fue una de esas noches que parecen sucederse por capítulos.

Dedicado a Un Amigo
y a Un Amigo 2



Una de esas noches en las que entre la hora en que decidí salir solo y dejarme encontrar a quien por casualidad coincidiera con mi deambular, como en los viejos tiempos del COU (yo tuve un COU muy oscuro), en que me lanzaba sin plan a lo que fuese... hasta que vuelvo a casa a 90km/h por el paseo marítimo con ese hueco en el corazón que me producen estas noches y un poco de tecnorock sucio, malote, susurrado y lascivo , saliendo como un humo pesado por la ventanilla abierta de mi coche, he visto tanta gente distinta... tan distinta como son distintos los amigos de la adolescencia de seres completamente desconocidos, que sin embargo también están ahí y es cuestión de unos metros o unos minutos, para pasar de un mundo a otro; distintos como son distintas las plazas de otras calles de otros bares distintos a horas distintas que los van cambiando como si fuese el tiempo el que recorre los objetos, porque los objetos y yo, estamos parados, porque somos los mismos.
La de anoche fue una de esas noches en las que mientras conduzco veo pasar por mi mente todos los seres, todos los monstruos, todos los escenarios, en una galería de capítulos tal y como me han ido llegando, entre los que a veces no alcanzo a ver la transición, olvidando una calle, una birra, una mirada.
Y aunque no me ha ocurrido nada en especial, aunque vuelvo con las mismas manos vacías de historias y sin saber bien qué he hecho realmente al haber salido, por la manera en que no me esperaba nada de lo que ha pasado en estas cinco horas, no me siento menos rico que una especie de Alicia que acaba de despertar en su barca.
Quizá sea exagerar, porque no me he comido unas setas, pero todo se andará, mi niña, todo se andará.


jueves, 29 de abril de 2004

Para distraerme un rato de aquella fiebre, garabateaba distraídamente en la hoja de una libreta… un arco de tinta negra, bucle y un círculo con un rabito, como buscando sin saber qué, tres bucles más: dos finos y uno más gordo, la u, la e que deja una estela, se interrumpe, un salto, a subjuntivo, como quien no quiere la cosa, e ideas dispersas se van enfilando en letras cada vez más pequeñas, como un humo cuando sale de una cerilla al apagarse pero hacia atrás...

miércoles, 28 de abril de 2004

40 exigencias


Que sea hermosa a mis ojos.
Que tenga sentido del humor.
Que ría con facilidad.
Que no tenga miedo de pisar el barro con los pies descalzos, de bañarse en el agua de los manantiales, ni a estar desnuda delante de los demás.
Que en el sexo sea libre como los pájaros y leal como una amante verdadera.
Que sea al menos tan generosa y solícita como yo intento serlo cada vez.
Que tenga imaginación.
Que me comprenda y no sea incomprensible.
Que ame el misterio y se implique en él.
Que se ilusione.
Que sea optimista sin ser naïve, realista sin dejar de perseguir sus anhelos.
Que tenga rebeldía y rabia en la sangre, y que no baje la guardia fácilmente.
Que adore disfrutar.
Que ame lo hermoso y lo feliz.
Que aprecie los detalles.
Que sea capaz de encontrar la belleza tanto en las cosas grandes como en las pequeñas, de mostrármela a mi si no la veo, y de dejar que se la muestren cuando ella le pierda la pista.
Que tenga sentido del sacrificio, del perdón,
de la paciencia y el esfuerzo,
del agradecimiento y de la hospitalidad.
Que sea inteligente.
Que tenga ironía y una pizca de mala leche.
Que tenga algo de insolencia, descaro y sana mala educación.
Que no desprecie su lado oscuro: que tenga luz.
Que ame viajar, comer y sepa montar en bicicleta.
Que le guste la música y las artes no la dejen indiferente.
Que le guste desayunar al aire libre o en la cama.
Que desayune.
Que esté abierta a lo nuevo y lo inesperado,
Que sepa improvisar.
Que le guste bailar
pero no mucho muchísimo, por dios…
Que baile conmigo aceptando que soy un gran patoso.
Que se guste a si misma y mucho.
Que acepte sus defectos y los míos.
Que le guste yo y mucho.
Que sea pasional
Que me apoye y se deje apoyar.
Que aspire a hacer el bien a los demás pero sepa también reírse de ellos incluyéndome a mi.
Que sea buena pero esto no le impida querer ser mejor y que esto último no la angustie: que sea humilde.
Que entienda que una pareja está formada por dos Individuos.
Que entienda que se necesitan dos individuos para formar una Pareja.
Que sea dócil pero nunca mansa, salvaje pero nunca escurridiza.


NOTA: si hubiese un solo ser humano sobre la tierra que pudiese cumplir los diez mandamientos, entonces dios habría dictado once… asimismo, esta mujer, no creo que exista, y si existiese, probablemente me asustaría… Nunca he sido partidario de la perfección, ni de lo divino. Aunque, bueno, todo es cuestión de probar.  Vaya, que por poner un ejemplo, si el barro estuviese frío, podría llevar sus reebock,
-esos zapatos blancos que nunca me han gustado- y no por ello la amaría menos. Vaya que solo he escrito esto para entretenerme.

lunes, 26 de abril de 2004

Reo de defensión (idiota).

     Venga golfo, venga hombre, olvídalo por un rato, ahora no lo pienses, abstráete, déjalo a un lado por un rato... venga tio, no le des vueltas ahora que no te sirve de nada... relájate, intenta abstraerte un poco.

     Soy un hombre fuerte. Puedo tolerar muchas cosas. Puedo abstraerme del dolor, del desgaste del esfuerzo, de cierta cantidad de estupidez y hasta de hipocresía, puedo tolerar de grandes ruidos y peores silencios, puedo abstraerme de que las cosas no den el placer que quisiera, o que no sean tan hermosas como yo creo que podrían ser, puedo tolerar lo contradictorio sin poesía, lo incomprensible sin misterio, la antipatía, el egoísmo, la tristeza, lo malo sin dejar de luchar contra él. Tengo claro que la frontera entre lo malo y lo bueno no es una línea fina y definida sino más bien un teritorio por el que todos estamos obligados a caminar. Tengo aguante, ironía, comprensión, empatía, cojones y cierto humor negro.
     Pero hay algo que no tolero, algo que no puedo soportar... aunque los compañeros me digan contínuamente: que me relaje, que pase un poco, que me antraiga. Por más que lo intento, sigue ahí apretándome como una pequeña araña que quiere abrir en mi pecho ocho enormes patas:
     Soy incapaz de abstraerme de la injusticia.
     Me pasa desde pequeño, y me daba cuenta cada vez que recibía un palo. Al principio pensaba que era cosa de una madurez un poco prematura que debía controlar si no quería que me estigmatizaran en aquella jungla de crueldad, lápices standler, libros santillana, anaya, y carteras invicta o nike, entonces, lograba callarme a veces; luego, pensé que eran romanticismo justiciero adolescente, entonces no me callaba y recibía, y aquello de el estigma a mi espíritu grunge hasta le parecía seductor (aunque lo que es yo, no es que sedujera demasiado); después, simple ingenuidad que se me pasaría más tarde o más temprano... pero a mis veintiseís años, empiezo a pensar que es mucho más grave, que es parte de mi caracter, tanto para bien como para mal. Supongo que es lo que quiere decir con alquello de que la vida es dar... y recibir. Y cuanto más das, más, lo juro, más recibes. Me pasa desde pequeño.

martes, 20 de abril de 2004

¿Alguien sabe o puede explicarme que le ha pasado a la otra mitad de mi template?
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Cuando ruge el motor de la vida, la censura es la muerte del swing.


     Esta tarde he salido al coche a buscar mi impresora. La había dejado en el maletero del coche. Y dado que en esta ciudad buscar aparcamiento es poco menos que un peregrinaje sin rumbo, a veces una hastiante odisea, en lugar de traer el coche hasta la puerta he decidido ir hasta él y traerme la impresora en un carrito. (vendita la hora que mi padre me lo dejó ¿y esto de donde sale?, ¿lo quieres?) .
     Total, que venía yo con la impresora preguntándome si existirán en mi ordenador puertos tan antiguas donde poder enchufarla, si alguien habrá puesto el software en Internet. Y qué me podía apetecer para cenar. Y qué poco agua lleva el rio, que se ve el barro creciendo matojos, y como me dan ganas de bajar allí abajo, que solo es metro y medio desde el borde del “quai”, y sería increíble caminar por el centro del rio, desde donde el mundo se ve distinto y uno se siente… pues como se siente uno cuando sabe que observa el mundo desde una posición desde la que el mundo no estaba preparado para ser observado. Vaya, que a gusto hundía mis pies en el barro y corría bajo los barcos del puente romano… cuando allí estaban ellos.
     Eran tres, en principio pensé que eran chavales de barrio de esos entre 10 y 13 años que apenas empiezan a mirar a las niñas y les impresiona pensar en ellas como Mujeres, de carne y deseo, pero aún les tira todavía más gamberrear, joder con frescura de los pequeños cabrones que corren libres entre los bloques de pisos… saboreando la ultima libertad sin el violento influjo de la testosterona.
      Les envidiaba ¿por donde habrán bajado?
     Luego, los vi mejor, caminaban como astronautas aprovechando que los pies se les quedaban hundidos en el barro como una extraña fuerza gravitatoria y haciendo un coro en el que casi se podían ver las chispas de felicidad al mirarse a los ojos se hacían reverencias y chillaban y bailaban como hombres de las cavernas… y reconozco que al principio me cayeron mal: tres giris medio ajipiados haciendo los trogloditas y burlándose de lo mediocre que son los demás que les miran desde las barandillas y el puente y que no los alcanzarían jamás en su vuelo, al tiempo que probablemente en sus países nunca tendrán el coraje de ser tan libres, que engañados por un escenario en el que todo es posible porque nadie los conoce, creen que han conquistado la libertad cuando la libertad se las ha prestado en verdad el señor Erasmo… un privilegio más de la clase media europea.
     El que sale por si mismo, el que lucha a solas por su viaje, lo hace nacer y mantenerse, suele llevar su libertad sin esa cómica exageración, porque el trabajo les da esa calma, esa madurez que no es sino el instinto de vivir la magia desde el interior más profundo que los músculos y los latidos como un premio a proteger de las garras del sucio ser humano.
     Los juzgué a priori y lo puedo decir con maldad pero también con empatía… porque y he vivido lo mismo y aún me queda el sabor dulce de esa libertad. No puedo decir que yo sea el mismo desde entonces, no lo soy, y ellos tampoco lo serán.
      Les tuve envidia.
     Estaban llenos de barro, y bailaban y se tiraban una pelota de barro que paraban como en una portería de fútbol, exagerando sus movimientos como simple excusa para poder lanzarse en plancha por el barro.
      Se abrazaban gritando.
     Cuando una familia los miraba le gritaban a la familia levantando las manos. Y decían: España, el mundo, España, el muuuuuundooooo. Yo con mi impresora los miraba desde cierta distancia de la barandilla, para que no se dieran cuenta. Mantuve esa distancia mientras cruzaba el puente, no dejaba de mirarlos, incluso me acostumbre al ritmo de sus voces y llegaba a escucharlos hablar entre ellos cuando no gritaban, y reir entre ellos, en ese espacio que no los esperaba, sabiéndose brillantes en su burbuja.
     En la otra orilla, antes de alejarme me acerqué a la barandilla y me apoyé, estaban muy cerca y se habían puesto a cantar, turnándose los versos, “Only Youuuuu”. Con una ramita de matojo haciendo las veces de micrófono. En un momento dado, la chica me miró mientras se estiraba hacia atrás, entre sus pelos embarrizados aparecieron los ojos y me vio sonreírle. Ella no dejó de cantar, me miró una vez más y me sonrió sin que sus dos compañeros se diesen cuenta de que yo estaba detrás. Quizá no quiso que se pusieran a gritar a la única persona que no los miraba sino que los Observaba sinceramente.
     Cuando me alejaba tirando delcarito de mi impresora, sus voces se perdían en el fondo del hueco por donde pasa el rio cruzando la ciudad, mientras yo me preguntaba si habría de verdad puertos tan antiguos en mi ordenador, y porqué, si cuando era pequeño mi madre me no me dejaba meterme en todos los charcos de barro, ahora que nada me lo impide, soy yo el que deja de pensar en hacerlo.


domingo, 18 de abril de 2004

Cristina

        Me gustas cuando bailas porque estas como ausente.
        Cuando cantando bajito, me miras a los ojos, apenas a cuarenta centímetros de los tuyos, y mueves el culo de un lado a otro y los hombros del otro lado al uno, justo al contrario, en un dulce vaivén, como nos explican que se mueven tres pisos en clase de sismorresistencia…
        Con la diferencia de que cuando tu bailas, soy yo el que tiembla.


viernes, 16 de abril de 2004

Querido Lars Von Trier

         Acabo de ver Dogville, bueno, lo confieso, entera no la he visto. Me he cansado de ver mierda, así que he adelantado hasta el final y lo he disfrutado mucho. Muchísimo.
         Enhorabuena Lars, enhorabuena: has decubierto que el hombre es miserable, me quito el sombrero. ¿te ha costado mucho? ¿Y crees aportar algo mostrándolo en la pantalla?… ¿no serás como ellos?
         Bueno, solo es una pregunta, no te enfades…
         ¿Cuánto dinero te has gastado en hacer la película?
         Yo he perdido dos horas en verla (y eso que la he adelantado).
         Ahora me voy a tomar un café porque hace sol, sin saber menos de lo que sabía antes de ver la película, pero desde luego, no más… excepto que otra más como esta, y te mando a tomar por culo.
         Gilipollas.


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“Señor físico, corríjame si me equivoco: La fuerza que empuja un coche no es la de los neumáticos que al girar empujan hacia atrás, sino la que le devuelve el asfalto hacia delante, llamada fuerza de rozamiento, y mayor a la del coche por indiscutible superioridad de la masa del planeta sobre este.
Al frenar esto se invierte: el coche quiere irse para adelante, pero el suelo se le agarra tirando hacia atrás. Hasta que se para… si queda espacio para parar.

Puede parecer una chorrada... pero es cuanto menos curioso que no sea sino el suelo el que empuja nuestros bellísimos automóviles, el que los frena y el que impide que salgan despedidos en una curva con una fuerza invisible de idéntica intensidad que los atrae hacia el centro manteniéndolos raudos y veloces dentro de su trayectoria.

Aquella noche no nos matamos gracias la fuerza de rozamiento que desgastó mis neumáticos 20metros hasta anularse, de 120 a cero km/h, y quedarnos parados, no solo para mi sino para el camión que daba banzados delante de mi, y para los otros tres coches que también trataban de frenar en medio de la cortina de humo que los neumáticos del camión provocaban al derrapar, ya completamente atravesado, de un lado a otro de la calzada como un muro blanco, una gran salchicha cuadrada que ya veía yo dando vueltas y vueltas en la tragedia que se avecinaba justo 30 metros delante de mi.

La tragedia no llegó, mi coche frenó a tiempo y el camión también.

En aquel momento, mi cerebro dio tres ordenes que ejecuté inconscientemente pero sin dudar: agarrar firmemente el volante, pisar el pedal de en medio hasta el fondo y enviar a mi boca un suspiro que salió muy bajito please please please como si él mismo, mi cerebro, hubiese concluido que el hecho de decirlo en otro idioma iba quitarle importancia al asunto, a caerle mejor a los frenos, a animarlos a frenar como si solo se tratase de un pequeño favor que no iba a costarles nada.
Pero en realidad mi único pensamiento consciente fue tan solo una súplica a la muerte, al destino, al dios en que no creo, articulada en mi voz interior con una fórmula bastante sencilla:



…ELLA NO ELLA NO ELLA NO ELLA NO ELLA NO ELLA NO…



Dicen que cuando uno sabe que va a morir en los próximos segundos sobreviene una inmensa tranquilidad, una tremenda paz con el mundo, generada supongo por la naturaleza que sigue su curso estoicamente.
No es mentira: lo he visto en los animales de los documentales de la tele, en los elefantes que se retiran a morirse a gusto, o en los leones que no siguen a la manada, y en un gato de mi barrio que se dejaba acariciar mientras me gruñía rabiosamente, pero sin ninguna intención de defenderse… y que luego mi vecina tuvo que tirar a la basura cuando lo encontró muerto a la mañana siguiente en el mismo sitio.
Y lo vi en mi aquella noche en que mi única angustia ante una muerte segura y aparatosa no fue sino la tristeza de que el mundo, la mezquitilla, y una familia que aún no conocía perdiera el miembro extraordinario que era mi pasajera.

Una mujer extraordinaria que hoy me ha dicho que preferiría no hablar conmigo de política ni de nada… que está quemada, supongo, como aquellos neumáticos al frenar.

Hay gente de la que uno querría no alejarse jamás, por lo menos, no tanto…

No tanto como esta noche la he sentido y no tanto como aquella noche, en la autovía entre Torre del mar y el Rincón, la logré alejar del destino con la ayuda de la física más elemental.

Las dos líneas paralelas que dibujamos aquella noche siguieron allí puestas en el asfalto durante todo el verano, los neumáticos pincharon una semana más tarde, y ella seguirá ocupando su sitio en una órbita de mi vida aunque ahora piense que a fuerza que nos unía ya no pueda igualarse jamás a la que nos separa.

Gé es igual a menosgéemeeme partido radio al cuadrado… solo espero que la física no me falle.”

Este es un post que escribí hace tiempo y nunca posteé.

Lo posteo ahora porque hoy a pesar del ayer nos hemos visto, y he podido comprobar que aunque ella no es ya más mi loba pero no por eso ha dejado de ser la Loba de todos y yo no he dejado de ser quien soy, y aparte de confundirme y echar las cenizas de un cigarrillo al bote de la mermelada en lugar de al cenicero (no se lo digais a mis compañeros de piso, por dios y por la virgen), todo ha ido sencillamente bien.

Que después de todo, la física no me ha fallado.

…Ni a ella tampoco, como no me arrepiento de haberle prometido, el día en que intentaba explicar que el mundo no se divide en lo que se cree o se deje de creer, si no en quien y lo que actua o no, empujandolo, o tirando de él para frenarlo a tiempo, y que no reviente como un globo contra su propio vacío.


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